Dos puntos

24 junio 2007


No hay velo mejor que el recubierto de destellos salpicados con tus manos.
La puerta está cerrada y la llave no para de girar.
Da igual si no frena esta noche plasmada en calendarios.
Algún día, alguno, parará.
Qué importa el qué y el cómo cuando hay un quién que te ofrece la luz.
Ahora todo está encendido.
El ahora es quien manda.

Necesidad

17 junio 2007


Afligida por tanto tono oscuro, los túneles se magnifican por tanto contenido.
La sangre fluye transparente entre las grietas cansadas de esperar ser recubiertas.
El velatorio no es nada comparable. La comparación permanece anestesiada ante tanta ignorancia.
La conveniencia es suprimida por la parida culpa.
Se engendra la muerte dándole un nombre conveniente.
Lo anormal se convierte a ojos propios en lo monótono.
Lo patético pasa a ser la almohada que acomoda cada noche al miedo.
Miedo de perder lo que nunca se tendrá, y lo que nunca se tuvo de manera real.

Lo latente sigue existiendo. Mientras permanezca, seguirá habiendo cielos para ser enmarcados por la sonrisa.

Restos

13 junio 2007


Hay un vaso vacío en el recodo de la mesita de noche.

Está manchado por el borde de un color rojo intenso.

Hay unos cristales rotos en el suelo. Los pedazos están sobre una de las zapatillas que no se esconde bajo la cama.

El cuerpo se levanta medio desafiante medio muerto, como si un golpe hubiera querido ser despertador de la mañana.

Con el cabello en la cara y la ropa de las noches anteriores, con los ojos todavía medio cerrados, se dirige al cuarto de baño. El espejo delata un rímel comido por lágrimas de cristal, semejantes al de la botella de whisky de las 3:34 de la mañana.

La salvación de todos los días se convierte en asesina cuando ya se gastó las píldoras al mezclarlas con esa, ahora sí, ingrata compañía, derramada en las sábanas convertidas en ocre.

Ni el agua limpia la suciedad. La tristeza vuelve a la cama esperando no tropezarse con el ser que sigue añorando, ese que desde hace tiempo ha transformado en material para invocarlo de alguna manera.

No se puede llegar a nada cuando no se tiene nada que ofrecer.
Ni las horas ayudan, ni las copas vacías llenan.

Nada ni nadie puede ocupar
la velada ausencia.

Hermosa noche

12 junio 2007


Nada mejor que no doler cuando se piensa, si se recuerda y simplemente se reconoce eso, que es un recuerdo. Que se desea lo mejor, y ahí acabó todo.

Nada mejor que reencontrar un confidente que siempre estuvo y fue, pero que por circunstancias, por las mías, estaba lejos.

Nada mejor que ver sonrisas vestidas de sábado y domingo, mezcladas de palabras entre interesantes e ininteligibles.

Lo de arriba envidia lo terrenal, lo que siempre acaba muriendo pero resucita cuando hacemos que esté.

Nada más importa cuando no se entiende del todo un nada que en ese momento lo es todo.

Dos velas

06 junio 2007


Todos los días tienen final de fiesta.
No duele pensar.
La agonía de soñar no aparece vestida de ángel de la guarda.
La lengua es la cura de toda situación igual.
Perder no está en cada esquina que se pasea.
Las ganas de volar no se tienen.
Desconocedores de lo clavado en la garganta.
Lo que desgarra ni está, ni es.
Sólo conozco coartadas para encarcelarte en los pliegues horizontales.

Con vuestro permiso.

Perspectiva abstraída

04 junio 2007


Me di cuenta de que todo da igual porque todo lo percibo de la misma manera.
Que el dolor duele al no saber porqué duele, más que al encontrar una razón por esa cuchilla que penetra.
Que la sonrisa es perfecta según el momento en el que se obsequie.
Según tu momento, no según su momento.
Que los instantes sirven para mucho y los recuerdos para nada cuando se asoma lo gris.
Que la lluvia es la mejor compañía cuando se quiere estar solo.
Que las sábanas están mojadas por la ausencia como sombra.
Y que continúo intentando plantar árboles mientras mis raíces se apoderaron de lo que sigo siendo.

2 + 2 = 5

02 junio 2007


Nos creemos únicos al intentar ayudar al otro, dejando los ojos propios a un lado y penetrando en los ajenos, como si eso bastara.
La buena intención no es suficiente. La que acaba siendo muy suficiente y sobrepasa es la ignorancia.
El límite entre el socorro y la desaparición ante lo considerado importante es muy fino.
No importa ya el resultado cuando no consigues lo que deseas. Cuando el objetivo que te propones no se halla, te derrumbas. Y te marchas. Así crees que debes actuar cuando no ves salida ante lo que te propusiste. Tú acabas pasando página pero ahora con la cabeza más cabizbaja. Mientras el otro sigue ahí, con la mirada perdida, sin entenderse él, sin entender lo que le hicieron y le sucede, y ahora sin entender porqué no te puede comprender a ti.
Otros eligen ser espectadores para siempre. Les gusta. Los espectáculos circenses están a la orden del día. Ellos no tienen otra labor mejor que hacer. Son los que más saben. Los que no quieren envolverse en la mierda. En más mierda. Los que no sienten ni padecen. Los que convierten los males ajenos en episodios cotidianos para ellos mismos. No les importa nada ni nadie. Algunos son inteligentes. Pero de nada vale la inteligencia cuando no se tiene eso que palpita y da vida.
Y eso, convirtiéndome en una de ellos, me hace reír.

¿Quiénes son los abandonados?

Dos puntos


No hay velo mejor que el recubierto de destellos salpicados con tus manos.
La puerta está cerrada y la llave no para de girar.
Da igual si no frena esta noche plasmada en calendarios.
Algún día, alguno, parará.
Qué importa el qué y el cómo cuando hay un quién que te ofrece la luz.
Ahora todo está encendido.
El ahora es quien manda.

Necesidad


Afligida por tanto tono oscuro, los túneles se magnifican por tanto contenido.
La sangre fluye transparente entre las grietas cansadas de esperar ser recubiertas.
El velatorio no es nada comparable. La comparación permanece anestesiada ante tanta ignorancia.
La conveniencia es suprimida por la parida culpa.
Se engendra la muerte dándole un nombre conveniente.
Lo anormal se convierte a ojos propios en lo monótono.
Lo patético pasa a ser la almohada que acomoda cada noche al miedo.
Miedo de perder lo que nunca se tendrá, y lo que nunca se tuvo de manera real.

Lo latente sigue existiendo. Mientras permanezca, seguirá habiendo cielos para ser enmarcados por la sonrisa.

Restos


Hay un vaso vacío en el recodo de la mesita de noche.

Está manchado por el borde de un color rojo intenso.

Hay unos cristales rotos en el suelo. Los pedazos están sobre una de las zapatillas que no se esconde bajo la cama.

El cuerpo se levanta medio desafiante medio muerto, como si un golpe hubiera querido ser despertador de la mañana.

Con el cabello en la cara y la ropa de las noches anteriores, con los ojos todavía medio cerrados, se dirige al cuarto de baño. El espejo delata un rímel comido por lágrimas de cristal, semejantes al de la botella de whisky de las 3:34 de la mañana.

La salvación de todos los días se convierte en asesina cuando ya se gastó las píldoras al mezclarlas con esa, ahora sí, ingrata compañía, derramada en las sábanas convertidas en ocre.

Ni el agua limpia la suciedad. La tristeza vuelve a la cama esperando no tropezarse con el ser que sigue añorando, ese que desde hace tiempo ha transformado en material para invocarlo de alguna manera.

No se puede llegar a nada cuando no se tiene nada que ofrecer.
Ni las horas ayudan, ni las copas vacías llenan.

Nada ni nadie puede ocupar
la velada ausencia.

Hermosa noche


Nada mejor que no doler cuando se piensa, si se recuerda y simplemente se reconoce eso, que es un recuerdo. Que se desea lo mejor, y ahí acabó todo.

Nada mejor que reencontrar un confidente que siempre estuvo y fue, pero que por circunstancias, por las mías, estaba lejos.

Nada mejor que ver sonrisas vestidas de sábado y domingo, mezcladas de palabras entre interesantes e ininteligibles.

Lo de arriba envidia lo terrenal, lo que siempre acaba muriendo pero resucita cuando hacemos que esté.

Nada más importa cuando no se entiende del todo un nada que en ese momento lo es todo.

Dos velas


Todos los días tienen final de fiesta.
No duele pensar.
La agonía de soñar no aparece vestida de ángel de la guarda.
La lengua es la cura de toda situación igual.
Perder no está en cada esquina que se pasea.
Las ganas de volar no se tienen.
Desconocedores de lo clavado en la garganta.
Lo que desgarra ni está, ni es.
Sólo conozco coartadas para encarcelarte en los pliegues horizontales.

Con vuestro permiso.

Perspectiva abstraída


Me di cuenta de que todo da igual porque todo lo percibo de la misma manera.
Que el dolor duele al no saber porqué duele, más que al encontrar una razón por esa cuchilla que penetra.
Que la sonrisa es perfecta según el momento en el que se obsequie.
Según tu momento, no según su momento.
Que los instantes sirven para mucho y los recuerdos para nada cuando se asoma lo gris.
Que la lluvia es la mejor compañía cuando se quiere estar solo.
Que las sábanas están mojadas por la ausencia como sombra.
Y que continúo intentando plantar árboles mientras mis raíces se apoderaron de lo que sigo siendo.

2 + 2 = 5


Nos creemos únicos al intentar ayudar al otro, dejando los ojos propios a un lado y penetrando en los ajenos, como si eso bastara.
La buena intención no es suficiente. La que acaba siendo muy suficiente y sobrepasa es la ignorancia.
El límite entre el socorro y la desaparición ante lo considerado importante es muy fino.
No importa ya el resultado cuando no consigues lo que deseas. Cuando el objetivo que te propones no se halla, te derrumbas. Y te marchas. Así crees que debes actuar cuando no ves salida ante lo que te propusiste. Tú acabas pasando página pero ahora con la cabeza más cabizbaja. Mientras el otro sigue ahí, con la mirada perdida, sin entenderse él, sin entender lo que le hicieron y le sucede, y ahora sin entender porqué no te puede comprender a ti.
Otros eligen ser espectadores para siempre. Les gusta. Los espectáculos circenses están a la orden del día. Ellos no tienen otra labor mejor que hacer. Son los que más saben. Los que no quieren envolverse en la mierda. En más mierda. Los que no sienten ni padecen. Los que convierten los males ajenos en episodios cotidianos para ellos mismos. No les importa nada ni nadie. Algunos son inteligentes. Pero de nada vale la inteligencia cuando no se tiene eso que palpita y da vida.
Y eso, convirtiéndome en una de ellos, me hace reír.

¿Quiénes son los abandonados?

Palabras

Luciérnagas