Bajar

27 julio 2007

Nunca me gustaron los 26 de julio. Me acostumbré a ello. Más bien, me acostumbraron.
Por mucho que se invente, hay colores que no tienen definición.
No se pueden explicar. Sólo se sienten.
Todo se entiende. Es más, se sabe.
Aunque esto no quita lo que duele.
Y hay palabras que salen. A ratos pensando que son muchas. A ratos, nada.
Sin saber bien qué decir, pero sabiendo qué se desea hacer.
La tranquilidad, a pesar de todo, es pasmosa.
Como si se supiera qué vendrá.
Pero ahora, todo está algo turbio.
Distorsión.
Y con ganas de.

¿Tenue?

25 julio 2007

Llama a la puerta.
Que no haya suficientes carpas no significa que los circos sean inexistentes.
Los manicomios siguen vacíos. Eso parece. Eso es.
No hay vuelta de hoja. Aún así, derramas. El olvido no acecha. Todavía.
El recuerdo derrumba con escasez de palabras. No se puede retocar. No hay nada, aquí, que retocar. Ni un quizá existe para esa opción. Tanto ruido innecesario...
¿Ayer? Ayer no... Hoy. Ni siquiera mañana.

Enfrentarse con una sonrisa puede ser la solución. La que ya brindas. La que está. La que es.
Y llorar por todo. Reír por nada.
No hay fecha de caducidad.
Lo que queda plasmado en estas cuatro líneas sí que no se olvida.

Siempre quedará fregar platos con una cascada cristalina de fondo.
Esa, es la mejor respuesta.
Lo demás, todo lo demás...
Ilustrada estupidez.

De ratones y mariposas

18 julio 2007

Blanco y azul.
Los pasos van y, lo demás, detrás.
La cruz sigue en lo alto para ser alcanzada.
Se pretende llegar a ella, sin más.
Los periódicos siguen ejerciendo de predicadores.
El humo sale disparado entre sonrisas que carcajean.
Pero qué más da, todo huele a flores.
Los acordes se tumban en la almohada impaciente.
De nada sirve que la noche caiga y las horas busquen salida.
La luz no se va.

Un chasquido.

Y, sólo, dos.

Huellas

09 julio 2007


La distracción convertida en carcoma se sumerge en los pasos.
La cruzada es dura, el agua es rugosa y las piedras son transparentes.
Nada se ve, sólo se siente. Si no se siente, nada se es.
El final se imagina, a lo lejos. La luz llama. El silencio se apropia de nosotros y esa voz es ajena. Tanto como tú. Como yo.
Queda seguir. Adelante. Siempre hacia delante.
Los suspiros se quedan atrás. Ahuyentar no es función de nada ni nadie.
El cielo guía a los adornos que cultivan el camino.
El aire acaricia esa alma que quedó un día plasmada entre máquinas de sobrescribir.
Vendrá. Vendrá…

Para ti que crees en ese nosotros, que por otro lado sigues creyendo ser sorteada del placer de vivir. De nuevo. No todo es tan oscuro. Celebraremos lo que venga. Y lo que no, también. Saltaremos protocolos. Que para eso los inventamos. Todo tendrá sentido si se consigue ver la dejadez del luto. Ese que crees que constante te envuelve.
Sigo adorándote. Utilízame, aunque hoy, no me leas ni me escuches. Por suerte, sólo hoy.

Siete


El azul cae del cielo entre la monotonía plasmada en la multitud.
El sudor aparece cuando se descubre cada rincón.
La acera está repleta de ceniza reconvertida en polvo brillante.
Los edificios hablan deseando ser percibidos.
Los sauces ya no lloran al observar las perlas del camino.
Lo circular tiene esquinas que regalar siendo compañeras del vicio.
La música se escucha limpia entre los latidos intermitentes.
No hay retales, sólo plenitud.
Con ganas de seguir encontrando.

Calma

02 julio 2007


Jamás el color tuvo tanta intensidad, el brillo tanto ego y las palabras tanta voz.
Los relojes no tienen tanto sentido como el que ha nacido bajo el manto.
Ni paseos por calles cerradas, ni conversaciones imaginarias, ni miradas huecas acompañadas de suspiros robados por el viento que huye.
Querer es poder. Eso basta. Entender nunca ha sido tan fácil. Ni tan anhelado.
Esperar no es tal cuando se tiene cerca a en quien nace la luz.

Bajar

Nunca me gustaron los 26 de julio. Me acostumbré a ello. Más bien, me acostumbraron.
Por mucho que se invente, hay colores que no tienen definición.
No se pueden explicar. Sólo se sienten.
Todo se entiende. Es más, se sabe.
Aunque esto no quita lo que duele.
Y hay palabras que salen. A ratos pensando que son muchas. A ratos, nada.
Sin saber bien qué decir, pero sabiendo qué se desea hacer.
La tranquilidad, a pesar de todo, es pasmosa.
Como si se supiera qué vendrá.
Pero ahora, todo está algo turbio.
Distorsión.
Y con ganas de.

¿Tenue?

Llama a la puerta.
Que no haya suficientes carpas no significa que los circos sean inexistentes.
Los manicomios siguen vacíos. Eso parece. Eso es.
No hay vuelta de hoja. Aún así, derramas. El olvido no acecha. Todavía.
El recuerdo derrumba con escasez de palabras. No se puede retocar. No hay nada, aquí, que retocar. Ni un quizá existe para esa opción. Tanto ruido innecesario...
¿Ayer? Ayer no... Hoy. Ni siquiera mañana.

Enfrentarse con una sonrisa puede ser la solución. La que ya brindas. La que está. La que es.
Y llorar por todo. Reír por nada.
No hay fecha de caducidad.
Lo que queda plasmado en estas cuatro líneas sí que no se olvida.

Siempre quedará fregar platos con una cascada cristalina de fondo.
Esa, es la mejor respuesta.
Lo demás, todo lo demás...
Ilustrada estupidez.

De ratones y mariposas

Blanco y azul.
Los pasos van y, lo demás, detrás.
La cruz sigue en lo alto para ser alcanzada.
Se pretende llegar a ella, sin más.
Los periódicos siguen ejerciendo de predicadores.
El humo sale disparado entre sonrisas que carcajean.
Pero qué más da, todo huele a flores.
Los acordes se tumban en la almohada impaciente.
De nada sirve que la noche caiga y las horas busquen salida.
La luz no se va.

Un chasquido.

Y, sólo, dos.

Huellas


La distracción convertida en carcoma se sumerge en los pasos.
La cruzada es dura, el agua es rugosa y las piedras son transparentes.
Nada se ve, sólo se siente. Si no se siente, nada se es.
El final se imagina, a lo lejos. La luz llama. El silencio se apropia de nosotros y esa voz es ajena. Tanto como tú. Como yo.
Queda seguir. Adelante. Siempre hacia delante.
Los suspiros se quedan atrás. Ahuyentar no es función de nada ni nadie.
El cielo guía a los adornos que cultivan el camino.
El aire acaricia esa alma que quedó un día plasmada entre máquinas de sobrescribir.
Vendrá. Vendrá…

Para ti que crees en ese nosotros, que por otro lado sigues creyendo ser sorteada del placer de vivir. De nuevo. No todo es tan oscuro. Celebraremos lo que venga. Y lo que no, también. Saltaremos protocolos. Que para eso los inventamos. Todo tendrá sentido si se consigue ver la dejadez del luto. Ese que crees que constante te envuelve.
Sigo adorándote. Utilízame, aunque hoy, no me leas ni me escuches. Por suerte, sólo hoy.

Siete


El azul cae del cielo entre la monotonía plasmada en la multitud.
El sudor aparece cuando se descubre cada rincón.
La acera está repleta de ceniza reconvertida en polvo brillante.
Los edificios hablan deseando ser percibidos.
Los sauces ya no lloran al observar las perlas del camino.
Lo circular tiene esquinas que regalar siendo compañeras del vicio.
La música se escucha limpia entre los latidos intermitentes.
No hay retales, sólo plenitud.
Con ganas de seguir encontrando.

Calma


Jamás el color tuvo tanta intensidad, el brillo tanto ego y las palabras tanta voz.
Los relojes no tienen tanto sentido como el que ha nacido bajo el manto.
Ni paseos por calles cerradas, ni conversaciones imaginarias, ni miradas huecas acompañadas de suspiros robados por el viento que huye.
Querer es poder. Eso basta. Entender nunca ha sido tan fácil. Ni tan anhelado.
Esperar no es tal cuando se tiene cerca a en quien nace la luz.

Palabras

Luciérnagas