Sería un lápiz de color lila.
Me pregunto qué debe sentir un lápiz de color lila.
No sé. Puede que se sienta bien pintando aunque pueda acabar destrozado por un manazas desquiciado.
Como si tuvieran los colores la culpa de que por la mañana nos levantemos media hora después de que suene el despertador.
Como si el lila, el verde y el azul fueran los causantes de que el cuadro que siempre ha estado torcido siga así y, hoy, precisamente hoy, nos demos cuenta.
No pueden borrar la lluvia que te tienta cuando hace sol.
Son colores, no correctores ortográficos.
El sol será amarillo antes que azul verdoso.
Y lo mejor de todo esto, es que los imposibles los rogamos al cielo o al oído más cercano.
Milagros a Lourdes. No a la del carmín. A la otra de la cara triste y aura espectral.
Cuando estamos incómodos usamos la comodidad.
Y mientras tanto, léeme la mano, que he olvidado dónde dejé la caja de corazones por pintar.
Que el fin de semana está llegando y no tengo con quién cenar.
Creep - Radiohead