¿Quién es realmente el encargado?

20 noviembre 2009

Por ellos, porque proyectan luz incluso cuando derraman por sus mejillas, que quieren ser todo cuando ya lo son sin saberlo, sin complicaciones a nuestros ojos pero con enormes entresijos en su pared.

Para que crezcan llenos de alegría, que no se las robe nadie, ni el malnacido que los toca en demasía ni quien los deja en la estacada el primer día de su coronación de futuras espinas.
Para que sigan pintando saliéndose de la raya, inventando dibujos sin nombre aún, rompiéndose el calzado de tanto correr, mirando con descaro a la vecina que huele a rancio, preguntando que cuándo vamos a llegar o mamá, qué es esa marca que tienes en el cuello de color lila.

Para que bailen sin ritmo porque no todo lo tiene, para que se dejen llevar y aprendan a parar cuando les demos ejemplo, para que sigan sin darse cuenta de cuándo algo va realmente mal y sean la única salvación en el momento.

Ellos no saben, no entienden de poderes a largo plazo, manipulan, porque no son imbéciles como algunos adultos, son expertos en hacer ojitos a la hora de recibir un buen regalo después de haber dibujado a papá en la pared de la habitación.
¿Acaso pretendemos que nos hagan caso después de alzarles la voz si es lo único que oyen? ¿Si no tenemos tiempo para escuchar cómo le han dejado fuera del equipo por ser el más bajito de la clase?

Por favor, bastante miseria hay en algunas calles descalzas por sus pisadas y por su miseria disfrazadas de risa como para que pasemos página al llegar contando cómo nos ha ido el mismo día de trabajo de siempre.

Qué poco caso hacemos cuando se quejan sin tener en cuenta que lo hacen con más razón que nosotros, que tanto sonreímos pensando al verlos llorar que no pasa nada, que eso no es nada y que de mayores lo entenderán. Ese es el problema. Tantos años para pensar en el futuro por no ponernos delante de su presente.

Un poco de amor.
Sólo un poco.
Las carencias no se recomponen con paja en la habitación.
Sólo hay que sentarse en el suelo y ponernos a su altura un rato. Sólo un rato.
Los niños no son quienes exigen.
Dejemos que el adulto llame a la puerta más tarde.



El encargado - Cortometraje de Sergio Barrejón

P.D.= Gracias por el corto. ¡Gracias!

Vida

16 noviembre 2009

- Dentro de tres días seis años y medio.

Sin más. Y seguro que sabía hasta los minutos exactos.
Porque cuando lo vi aquél día encima de mi cama, explicándome que se fue con aquélla chica a San Sebastián dejándoles el resto de grupo solos, nunca lo había visto tan feliz y despierto.
Estaba claro que no quería dejarla escapar.
Y desde entonces, la cuidó. Se cuidaron. Se unieron de una manera tan fuerte que no los pudieron despegar nada ni nadie.

Disfruto más viéndolos que viviendo una historia así, tan suya y a la vez tan mía.
Empapelan los recuerdos amargos cada vez que se miran.
Yo soy feliz contemplándolos y firmando donde haga falta.
Porque una victoria suya es una mía al cuadrado.
Porque merece toda la felicidad del mundo, me daba igual cuando llegara, pero que lo hiciera.
Porque somos uno cuando los dos nos miramos en el mismo espejo.
Y porque sé que siempre ha deseado reencontrarse por este camino.

Para los restos.
Que me deje el alma si los pierdo.



Los lunes - Los años que nos quedan por vivir

P.D.= Mira que es pastelosa la canción... Pero es que la habéis hecho ya vuestra, mamones. Y lo mejor, es que el vídeo es versión karaoke, cutre a más no poder.

Desentonar

08 noviembre 2009

He pintado un estribillo fácil para los días color ocres que se acercan.
El frío empaña los abrigos del alma achicharrada.
Noviembre sólo es once de cualquier año tachado.
Las luces renuevan las calles más blancas que de costumbre.
Las fotografías siguen enmarcadas en la memoria de las estrechas calles.
Los últimos seremos los primeros en llegar a la hora del recreo.


Los buenos - Vetusta Morla

¿Quién es realmente el encargado?

Por ellos, porque proyectan luz incluso cuando derraman por sus mejillas, que quieren ser todo cuando ya lo son sin saberlo, sin complicaciones a nuestros ojos pero con enormes entresijos en su pared.

Para que crezcan llenos de alegría, que no se las robe nadie, ni el malnacido que los toca en demasía ni quien los deja en la estacada el primer día de su coronación de futuras espinas.
Para que sigan pintando saliéndose de la raya, inventando dibujos sin nombre aún, rompiéndose el calzado de tanto correr, mirando con descaro a la vecina que huele a rancio, preguntando que cuándo vamos a llegar o mamá, qué es esa marca que tienes en el cuello de color lila.

Para que bailen sin ritmo porque no todo lo tiene, para que se dejen llevar y aprendan a parar cuando les demos ejemplo, para que sigan sin darse cuenta de cuándo algo va realmente mal y sean la única salvación en el momento.

Ellos no saben, no entienden de poderes a largo plazo, manipulan, porque no son imbéciles como algunos adultos, son expertos en hacer ojitos a la hora de recibir un buen regalo después de haber dibujado a papá en la pared de la habitación.
¿Acaso pretendemos que nos hagan caso después de alzarles la voz si es lo único que oyen? ¿Si no tenemos tiempo para escuchar cómo le han dejado fuera del equipo por ser el más bajito de la clase?

Por favor, bastante miseria hay en algunas calles descalzas por sus pisadas y por su miseria disfrazadas de risa como para que pasemos página al llegar contando cómo nos ha ido el mismo día de trabajo de siempre.

Qué poco caso hacemos cuando se quejan sin tener en cuenta que lo hacen con más razón que nosotros, que tanto sonreímos pensando al verlos llorar que no pasa nada, que eso no es nada y que de mayores lo entenderán. Ese es el problema. Tantos años para pensar en el futuro por no ponernos delante de su presente.

Un poco de amor.
Sólo un poco.
Las carencias no se recomponen con paja en la habitación.
Sólo hay que sentarse en el suelo y ponernos a su altura un rato. Sólo un rato.
Los niños no son quienes exigen.
Dejemos que el adulto llame a la puerta más tarde.



El encargado - Cortometraje de Sergio Barrejón

P.D.= Gracias por el corto. ¡Gracias!

Vida

- Dentro de tres días seis años y medio.

Sin más. Y seguro que sabía hasta los minutos exactos.
Porque cuando lo vi aquél día encima de mi cama, explicándome que se fue con aquélla chica a San Sebastián dejándoles el resto de grupo solos, nunca lo había visto tan feliz y despierto.
Estaba claro que no quería dejarla escapar.
Y desde entonces, la cuidó. Se cuidaron. Se unieron de una manera tan fuerte que no los pudieron despegar nada ni nadie.

Disfruto más viéndolos que viviendo una historia así, tan suya y a la vez tan mía.
Empapelan los recuerdos amargos cada vez que se miran.
Yo soy feliz contemplándolos y firmando donde haga falta.
Porque una victoria suya es una mía al cuadrado.
Porque merece toda la felicidad del mundo, me daba igual cuando llegara, pero que lo hiciera.
Porque somos uno cuando los dos nos miramos en el mismo espejo.
Y porque sé que siempre ha deseado reencontrarse por este camino.

Para los restos.
Que me deje el alma si los pierdo.



Los lunes - Los años que nos quedan por vivir

P.D.= Mira que es pastelosa la canción... Pero es que la habéis hecho ya vuestra, mamones. Y lo mejor, es que el vídeo es versión karaoke, cutre a más no poder.

Desentonar

He pintado un estribillo fácil para los días color ocres que se acercan.
El frío empaña los abrigos del alma achicharrada.
Noviembre sólo es once de cualquier año tachado.
Las luces renuevan las calles más blancas que de costumbre.
Las fotografías siguen enmarcadas en la memoria de las estrechas calles.
Los últimos seremos los primeros en llegar a la hora del recreo.


Los buenos - Vetusta Morla

Palabras

Luciérnagas