Revolviendo

19 agosto 2010

Que me cuesta leer cuando vengo tu memoria.
Que me cuesta leer cuando me resigno y me doy.


Difícilmente se puede tirar para adelante cuando se recicla.
Porque hay retales que no quedan tan mal, oye, que piensas que lo antiguo se queda durmiendo y listo, que no volverá a suceder y que ya está.
Pero eso no es lo nuevo, lo novedoso es bajar la cuesta empedrada y romperte con los mismos andares desde unas botas distintas.

Hay que disimular, ante todo, que no crea que estás pensando en querer besarle. Por supuesto. Que las chicas de un cuarto de siglo no son imbéciles. Yo me incluiré dentro de poco, cuando penséis que no estoy hablando de mí.

Y se habla, se recuerdan las canciones, los estúpidos contoneos, las risas olvidadas, los vamos a tomar el último café de la noche y el primero del día.
Y se olvidan las conversaciones pendientes. O más bien, se entierran, no vaya a ser que todo se estropee y no encaje bien entre tanta luz tenue.

Las despedidas no son mi devoción. Siempre giro la cabeza antes de que se me nuble la vista. Son trucos que aprendí gracias a la cobardía de los sentimientos tardíos.
Tampoco llevo bien esas fullerías, pero si me pongo a elegir, prefiero escribir cuando me calmo y pueda ver claramente la hoja en blanco.

Es cuestión de prioridades y de acertar cuándo largarse.
Las escapadas pueden ser lo más dichoso mientras la vuelta se queda pasmada pensándote.
Sigo abrazando fuerte a la vez que tacho los días del calendario.

Hay costumbres que no cambian.
Por eso continúo rompiéndome cada vez que desaparezco.
Y, qué queréis que os diga, me felicito al conseguirlo todavía.
Cada vez es menos fácil conseguir esta hazaña.

Cerrado por vacaciones

02 agosto 2010

Decir "Cerrado por vacaciones" cuando no escribo prácticamente desde hace un tiempo, puede ser una estupidez o una osadía.
Por supuesto, me quedo con lo segundo.
Me voy al sur. Para que me ponga en tierra lo que creo que está en el aire. Las entrañas acaban ordenándose cuando se está más lejos. Es absurdo, pero es así.
Algunos dirán que nos alejamos para huir de lo que no se puede arreglar. Yo soy de las que pienso que siempre está la opción de volver a un sitio que te devuelve a la niñez para ver el hoy con los mismos ojos pero desde otra perspectiva. Dejando la rutina y lo que acabamos complicando.

Elijo disfrutar y reencontrar. Reencontrarme a mí y a los que siempre están al otro lado del hilo.
Con todo lo que ello conlleva: al olor a pan recién hecho, a la dama de noche por las calles oscuras, al chirriar de gente que no sabe hablar en voz baja, al celestineo a cada paso por ver una cara casi nueva, al paradójico "cuándo has venido y cuándo te vas", a las calles empedradas y los caminos con flores a los lados, al cielo estrelladísimo con aullidos en perfecta desarmonía...

Vuelvo al acento y al recuerdo. Al crear de nuevo fotografías mías y solamente mías. 

Voy a aterrizar donde tengo la sensación de haber nacido.
Porque todo allí es diferente.
Porque así siempre me lo han hecho ver.
Y porque, creedme, es cierto.

¡Hasta la vuelta!
Disfrutad del sol y del agua.
Y de los ojos del otro.
Lo pequeño es lo esencial.

Revolviendo

Que me cuesta leer cuando vengo tu memoria.
Que me cuesta leer cuando me resigno y me doy.


Difícilmente se puede tirar para adelante cuando se recicla.
Porque hay retales que no quedan tan mal, oye, que piensas que lo antiguo se queda durmiendo y listo, que no volverá a suceder y que ya está.
Pero eso no es lo nuevo, lo novedoso es bajar la cuesta empedrada y romperte con los mismos andares desde unas botas distintas.

Hay que disimular, ante todo, que no crea que estás pensando en querer besarle. Por supuesto. Que las chicas de un cuarto de siglo no son imbéciles. Yo me incluiré dentro de poco, cuando penséis que no estoy hablando de mí.

Y se habla, se recuerdan las canciones, los estúpidos contoneos, las risas olvidadas, los vamos a tomar el último café de la noche y el primero del día.
Y se olvidan las conversaciones pendientes. O más bien, se entierran, no vaya a ser que todo se estropee y no encaje bien entre tanta luz tenue.

Las despedidas no son mi devoción. Siempre giro la cabeza antes de que se me nuble la vista. Son trucos que aprendí gracias a la cobardía de los sentimientos tardíos.
Tampoco llevo bien esas fullerías, pero si me pongo a elegir, prefiero escribir cuando me calmo y pueda ver claramente la hoja en blanco.

Es cuestión de prioridades y de acertar cuándo largarse.
Las escapadas pueden ser lo más dichoso mientras la vuelta se queda pasmada pensándote.
Sigo abrazando fuerte a la vez que tacho los días del calendario.

Hay costumbres que no cambian.
Por eso continúo rompiéndome cada vez que desaparezco.
Y, qué queréis que os diga, me felicito al conseguirlo todavía.
Cada vez es menos fácil conseguir esta hazaña.

Cerrado por vacaciones

Decir "Cerrado por vacaciones" cuando no escribo prácticamente desde hace un tiempo, puede ser una estupidez o una osadía.
Por supuesto, me quedo con lo segundo.
Me voy al sur. Para que me ponga en tierra lo que creo que está en el aire. Las entrañas acaban ordenándose cuando se está más lejos. Es absurdo, pero es así.
Algunos dirán que nos alejamos para huir de lo que no se puede arreglar. Yo soy de las que pienso que siempre está la opción de volver a un sitio que te devuelve a la niñez para ver el hoy con los mismos ojos pero desde otra perspectiva. Dejando la rutina y lo que acabamos complicando.

Elijo disfrutar y reencontrar. Reencontrarme a mí y a los que siempre están al otro lado del hilo.
Con todo lo que ello conlleva: al olor a pan recién hecho, a la dama de noche por las calles oscuras, al chirriar de gente que no sabe hablar en voz baja, al celestineo a cada paso por ver una cara casi nueva, al paradójico "cuándo has venido y cuándo te vas", a las calles empedradas y los caminos con flores a los lados, al cielo estrelladísimo con aullidos en perfecta desarmonía...

Vuelvo al acento y al recuerdo. Al crear de nuevo fotografías mías y solamente mías. 

Voy a aterrizar donde tengo la sensación de haber nacido.
Porque todo allí es diferente.
Porque así siempre me lo han hecho ver.
Y porque, creedme, es cierto.

¡Hasta la vuelta!
Disfrutad del sol y del agua.
Y de los ojos del otro.
Lo pequeño es lo esencial.

Palabras

Luciérnagas