25 octubre 2011

No soporto la gente que llora por llorar sin tener ganas de hacerlo. Que hacen ver al resto de la humanidad que el azar les tiene preparado un plan maquiavélico constante como excusa de su gesto pálidamente agrio y descafeindo. De mueca convertida en funeraria conseguida a través de los años, sin recordar porqué no llegan a sonreír cuando realmente toca. Pensando, de manera paradójica, que de esa manera tan infame son más importantes que el resto.


Sigo odiando a esa gente que no cree en las buenas personas y las buenas acciones, que sólo ven horror donde no lo hay y únicamente encuentran en el rezo y la flagelación la vía de escape imaginaria aún teniendo delante de las narices la pócima de la felicidad. Intacta y sin brillo por todos las noches lloradas.

En realidad, la vida me cansa. Esta vida que me ha tocado me ha hecho decir basta.
Basta porque ahora soy yo quien decide qué es vivir.

No soporto la gente que llora por llorar sin tener ganas de hacerlo. Que hacen ver al resto de la humanidad que el azar les tiene preparado un plan maquiavélico constante como excusa de su gesto pálidamente agrio y descafeindo. De mueca convertida en funeraria conseguida a través de los años, sin recordar porqué no llegan a sonreír cuando realmente toca. Pensando, de manera paradójica, que de esa manera tan infame son más importantes que el resto.


Sigo odiando a esa gente que no cree en las buenas personas y las buenas acciones, que sólo ven horror donde no lo hay y únicamente encuentran en el rezo y la flagelación la vía de escape imaginaria aún teniendo delante de las narices la pócima de la felicidad. Intacta y sin brillo por todos las noches lloradas.

En realidad, la vida me cansa. Esta vida que me ha tocado me ha hecho decir basta.
Basta porque ahora soy yo quien decide qué es vivir.

Luciérnagas