La vida

17 diciembre 2012

¿Quién quiere ser mi amiga?








Quién quiere ser
¿mi amiga?

Mente demente

23 octubre 2012

Y si sigo intentando robar luz
¿qué pasa?

Mente olvidadiza, quizá por el exceso de rizo incrustado, no recuerda que para reír y llorar, para leer y dormir, para aprender a morir viviendo, debe hacerse y rehacerse.

Sin olvidarse de sí misma.
Sin olvidarse de lo que late.

Lo propio.
Lo suyo.

Lo que ves no es un espejo.
Lo que ves, es un cuadro viejo.

28

16 octubre 2012

Todo se ve distinto. Como era el recuerdo pero empezando de nuevo. El televisor de fondo con su voz. El cuadro que me recordaba que estaba sola. Las flores sin agua. Los libros con los pétalos muertos. La infancia articulada.
Partí con desconcierto, sin saber qué pasaría pero con una sonrisa de esperanza. Ahora vuelvo con la mirada inquieta y la suya en el horizonte, donde me la dejé al marchar.

Todo se ve distinto. El televisor de fondo con tu voz. El cuadro que sonríe mirando la fotografía de enfrente. Las flores salplicadas por el color ocre. Los libros con olor a pétalos descoloridos. La infancia compartida.
Volví a partir con desconcierto, desde otro lugar, sin saber qué pasaría pero con una sonrisa de esperanza y miedo. Ahora vuelvo a latir a pesar de esa mirada inerte, porque vuelvo cada día al sitio donde quise y aprendí a ser yo, donde marché con la intención de no volver atrás.

14 septiembre 2012

En unos días lo suficientemente abanderados me doy cuenta de que el mundo preocupa menos cuando más jodido estás tú. Y eso, que soy de tener un nudo en la garganta con cualquier noticia, hasta con las buenas por no estar acostumbrada ya.
No creáis que tengo ganas de desaparecer del mundo, no. Lo que tengo ganas es de que desaparezca mi crisis, cosa acompañada por algo de insomnio y mucha pesadilla enroscada. 
Pero como lo mejor es pensar en las cosas pequeñas que te hacen grande, debo confesar que he conocido este verano a un minimo que no me ha dado alergia. Ojo, que es un dato  muy importante por la circunstancia que conlleva. Mi amiga la alta se alegró también. Y lo mejor, es que fue de verdad.
Os cuento, también, que me he puesto hasta las cejas de comer tapas en Granada. Prácticamente me podría ir a vivir allí sin problemas. Sólo que, esta vez, las circunstancias no lo permiten.
Por cierto ¿habéis estado en la selva de Irati? Espectacular. Sin más.
Me encanta que esto también forme parte de mí y no de mi crisis. 
No todo va a ser llorar, copón.

Démonos la paz. Llegó el verano.

22 junio 2012

De repente me bebí el vaso de agua y entendí que el verano llamaba a la puerta.
Las calles huelen a jazmín y cerveza. Curiosa mezcla también de sol y protector solar.
En el metro veo que la tímida señora de gafas oscuras pretende recuperar la inocencia perdida leyendo la biblia. No es que lo diga yo, es que me lo dicen sus tacones rojos y el canalillo descubierto.
Y miro por la ventana el túnel que siempre ignora las estaciones de a pie y las del aire. Y me hace pensar, como si de algún modo un cartel publicitario me inspirara desafortunadamente, que yo no sé si he sido inocente o no puesto que me he comprado unos zapatos rojos. Pero lo que sí sé es que debería preguntar a la señora tímida cómo era eso de rezar. 
Nunca es tarde para poner buena cara a ese dios que debe ser gordísimo al estar en todas partes. Y exigirle que convierta en estación única al otoño para que se lleve las alergias y los mosquitos tigre. Eso, o que a los mayores hijos de puta les sean enviados por correo postal. Que la única ilusión que nos queda es abrir el buzón y recibir una esperada correspondencia.
Seguro que en la biblia lo pone en alguna cita. Y en negrita.

La historia interminable

08 mayo 2012

Nuestros abuelos desde niños se dejaron la espalda trabajando en el campo.
Nuestros padres, muchos, debieron hacer lo mismo teniendo la oportunidad de ir a la escuela.
Nosotros hemos ido a la escuela, y hay quien eligió directamente trabajar, porque había opciones.
Ellos, están estudiando para un futuro incierto, cuyo recibidor será distinto según se deba pagar.
Pero todos, todos, querían, queremos y querrán algo que es nuestro, porque es un derecho. Y los derechos no se deben ganar. Son y están.

Ahora, nosotros, los jóvenes que por cuestiones sociales somos jóvenes desde antes y acabamos siéndolo más tiempo al tener que estar en casa de los padres, no tenemos derechos si no son movidos por constantes manifestaciones.
No sólo por y para nosotros, si no para nuestro futuro: nuestros hijos.

La culpa es del poder. El poder corrompe. Y el poder suele tenerlo el que menos sabe. El saber está en las calles, en el bullicio, en las caceroladas. No dentro de un chalet ni de un senado.

Nosotros, los que no tenemos dinero porque cada vez debemos sobrevivir más con trabajos que se convierten en suplicio, en los cuales no sabemos cuánto tiempo vamos a estar; nosotros, que ganamos ese dinero que a veces roza el salario mínimo y que debemos meterlo en bancos que lo usan cada vez más abiertamente; nosotros, que debemos pagar por una educación que se ha convertido en elitista a pesar de nuestros gritos; nosotros, que creamos una familia cada vez más tardíamente y rezamos jugando a la lotería por lo que pueda pasar...

Nosotros, eso somos nosotros, la incertidumbre, algo que nunca quisimos ser y lo somos, a lo cual nos hemos acostumbrado sin haber una respuesta a nuestro favor.

¿Todavía, vosotros, queréis que se nos trate como a títeres? ¿como mercancía?

Pues lo siento pero, nosotros, no.

25 abril 2012

La compasión llega hasta un límite. Podría escribir porqué lo digo pero sería absurdo y aburrido.
Hace poco que volví a mirar el calendario desde mi sillón y perdí la cuenta de los pesados días.
Aún así sigo cogiendo el teléfono mientras quiero colgar a la mayoría.
El límite está alcanzando incluso al hecho de apagar las noticias de las tres.
Un poco de luz nos viene bien a todos. Si por una vez me incluyo con vosotros, no me digas que me vas a hacer sufrir para tener un mejor final. 
Si es así, hasta siempre, recuerdo. Este sí que va a ser el mejor punto y aparte.

21 marzo 2012

Llevo días queriendo escribir pero creo que se me van olvidando las palabras por el camino.
Espero empezar de nuevo.
Sólo espero. Ahora sí.

La vida

¿Quién quiere ser mi amiga?








Quién quiere ser
¿mi amiga?

Mente demente

Y si sigo intentando robar luz
¿qué pasa?

Mente olvidadiza, quizá por el exceso de rizo incrustado, no recuerda que para reír y llorar, para leer y dormir, para aprender a morir viviendo, debe hacerse y rehacerse.

Sin olvidarse de sí misma.
Sin olvidarse de lo que late.

Lo propio.
Lo suyo.

Lo que ves no es un espejo.
Lo que ves, es un cuadro viejo.

28

Todo se ve distinto. Como era el recuerdo pero empezando de nuevo. El televisor de fondo con su voz. El cuadro que me recordaba que estaba sola. Las flores sin agua. Los libros con los pétalos muertos. La infancia articulada.
Partí con desconcierto, sin saber qué pasaría pero con una sonrisa de esperanza. Ahora vuelvo con la mirada inquieta y la suya en el horizonte, donde me la dejé al marchar.

Todo se ve distinto. El televisor de fondo con tu voz. El cuadro que sonríe mirando la fotografía de enfrente. Las flores salplicadas por el color ocre. Los libros con olor a pétalos descoloridos. La infancia compartida.
Volví a partir con desconcierto, desde otro lugar, sin saber qué pasaría pero con una sonrisa de esperanza y miedo. Ahora vuelvo a latir a pesar de esa mirada inerte, porque vuelvo cada día al sitio donde quise y aprendí a ser yo, donde marché con la intención de no volver atrás.

En unos días lo suficientemente abanderados me doy cuenta de que el mundo preocupa menos cuando más jodido estás tú. Y eso, que soy de tener un nudo en la garganta con cualquier noticia, hasta con las buenas por no estar acostumbrada ya.
No creáis que tengo ganas de desaparecer del mundo, no. Lo que tengo ganas es de que desaparezca mi crisis, cosa acompañada por algo de insomnio y mucha pesadilla enroscada. 
Pero como lo mejor es pensar en las cosas pequeñas que te hacen grande, debo confesar que he conocido este verano a un minimo que no me ha dado alergia. Ojo, que es un dato  muy importante por la circunstancia que conlleva. Mi amiga la alta se alegró también. Y lo mejor, es que fue de verdad.
Os cuento, también, que me he puesto hasta las cejas de comer tapas en Granada. Prácticamente me podría ir a vivir allí sin problemas. Sólo que, esta vez, las circunstancias no lo permiten.
Por cierto ¿habéis estado en la selva de Irati? Espectacular. Sin más.
Me encanta que esto también forme parte de mí y no de mi crisis. 
No todo va a ser llorar, copón.

Démonos la paz. Llegó el verano.

De repente me bebí el vaso de agua y entendí que el verano llamaba a la puerta.
Las calles huelen a jazmín y cerveza. Curiosa mezcla también de sol y protector solar.
En el metro veo que la tímida señora de gafas oscuras pretende recuperar la inocencia perdida leyendo la biblia. No es que lo diga yo, es que me lo dicen sus tacones rojos y el canalillo descubierto.
Y miro por la ventana el túnel que siempre ignora las estaciones de a pie y las del aire. Y me hace pensar, como si de algún modo un cartel publicitario me inspirara desafortunadamente, que yo no sé si he sido inocente o no puesto que me he comprado unos zapatos rojos. Pero lo que sí sé es que debería preguntar a la señora tímida cómo era eso de rezar. 
Nunca es tarde para poner buena cara a ese dios que debe ser gordísimo al estar en todas partes. Y exigirle que convierta en estación única al otoño para que se lleve las alergias y los mosquitos tigre. Eso, o que a los mayores hijos de puta les sean enviados por correo postal. Que la única ilusión que nos queda es abrir el buzón y recibir una esperada correspondencia.
Seguro que en la biblia lo pone en alguna cita. Y en negrita.

La historia interminable

Nuestros abuelos desde niños se dejaron la espalda trabajando en el campo.
Nuestros padres, muchos, debieron hacer lo mismo teniendo la oportunidad de ir a la escuela.
Nosotros hemos ido a la escuela, y hay quien eligió directamente trabajar, porque había opciones.
Ellos, están estudiando para un futuro incierto, cuyo recibidor será distinto según se deba pagar.
Pero todos, todos, querían, queremos y querrán algo que es nuestro, porque es un derecho. Y los derechos no se deben ganar. Son y están.

Ahora, nosotros, los jóvenes que por cuestiones sociales somos jóvenes desde antes y acabamos siéndolo más tiempo al tener que estar en casa de los padres, no tenemos derechos si no son movidos por constantes manifestaciones.
No sólo por y para nosotros, si no para nuestro futuro: nuestros hijos.

La culpa es del poder. El poder corrompe. Y el poder suele tenerlo el que menos sabe. El saber está en las calles, en el bullicio, en las caceroladas. No dentro de un chalet ni de un senado.

Nosotros, los que no tenemos dinero porque cada vez debemos sobrevivir más con trabajos que se convierten en suplicio, en los cuales no sabemos cuánto tiempo vamos a estar; nosotros, que ganamos ese dinero que a veces roza el salario mínimo y que debemos meterlo en bancos que lo usan cada vez más abiertamente; nosotros, que debemos pagar por una educación que se ha convertido en elitista a pesar de nuestros gritos; nosotros, que creamos una familia cada vez más tardíamente y rezamos jugando a la lotería por lo que pueda pasar...

Nosotros, eso somos nosotros, la incertidumbre, algo que nunca quisimos ser y lo somos, a lo cual nos hemos acostumbrado sin haber una respuesta a nuestro favor.

¿Todavía, vosotros, queréis que se nos trate como a títeres? ¿como mercancía?

Pues lo siento pero, nosotros, no.

La compasión llega hasta un límite. Podría escribir porqué lo digo pero sería absurdo y aburrido.
Hace poco que volví a mirar el calendario desde mi sillón y perdí la cuenta de los pesados días.
Aún así sigo cogiendo el teléfono mientras quiero colgar a la mayoría.
El límite está alcanzando incluso al hecho de apagar las noticias de las tres.
Un poco de luz nos viene bien a todos. Si por una vez me incluyo con vosotros, no me digas que me vas a hacer sufrir para tener un mejor final. 
Si es así, hasta siempre, recuerdo. Este sí que va a ser el mejor punto y aparte.

Llevo días queriendo escribir pero creo que se me van olvidando las palabras por el camino.
Espero empezar de nuevo.
Sólo espero. Ahora sí.

Palabras

Luciérnagas