Démonos la paz. Llegó el verano.

22 junio 2012

De repente me bebí el vaso de agua y entendí que el verano llamaba a la puerta.
Las calles huelen a jazmín y cerveza. Curiosa mezcla también de sol y protector solar.
En el metro veo que la tímida señora de gafas oscuras pretende recuperar la inocencia perdida leyendo la biblia. No es que lo diga yo, es que me lo dicen sus tacones rojos y el canalillo descubierto.
Y miro por la ventana el túnel que siempre ignora las estaciones de a pie y las del aire. Y me hace pensar, como si de algún modo un cartel publicitario me inspirara desafortunadamente, que yo no sé si he sido inocente o no puesto que me he comprado unos zapatos rojos. Pero lo que sí sé es que debería preguntar a la señora tímida cómo era eso de rezar. 
Nunca es tarde para poner buena cara a ese dios que debe ser gordísimo al estar en todas partes. Y exigirle que convierta en estación única al otoño para que se lleve las alergias y los mosquitos tigre. Eso, o que a los mayores hijos de puta les sean enviados por correo postal. Que la única ilusión que nos queda es abrir el buzón y recibir una esperada correspondencia.
Seguro que en la biblia lo pone en alguna cita. Y en negrita.

Démonos la paz. Llegó el verano.

De repente me bebí el vaso de agua y entendí que el verano llamaba a la puerta.
Las calles huelen a jazmín y cerveza. Curiosa mezcla también de sol y protector solar.
En el metro veo que la tímida señora de gafas oscuras pretende recuperar la inocencia perdida leyendo la biblia. No es que lo diga yo, es que me lo dicen sus tacones rojos y el canalillo descubierto.
Y miro por la ventana el túnel que siempre ignora las estaciones de a pie y las del aire. Y me hace pensar, como si de algún modo un cartel publicitario me inspirara desafortunadamente, que yo no sé si he sido inocente o no puesto que me he comprado unos zapatos rojos. Pero lo que sí sé es que debería preguntar a la señora tímida cómo era eso de rezar. 
Nunca es tarde para poner buena cara a ese dios que debe ser gordísimo al estar en todas partes. Y exigirle que convierta en estación única al otoño para que se lleve las alergias y los mosquitos tigre. Eso, o que a los mayores hijos de puta les sean enviados por correo postal. Que la única ilusión que nos queda es abrir el buzón y recibir una esperada correspondencia.
Seguro que en la biblia lo pone en alguna cita. Y en negrita.

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Luciérnagas