16 diciembre 2013


Así me gustaba verte y así te voy a enmarcar.
A pesar de que sea pronto y parece que siempre vaya a serlo.

Hoy el jazmín no huele a nada.
Hoy mi mundo está en un solemne silencio.

La alegría es pensar que el tuyo, si lo hay, a partir de ahora es una fiesta.

Qué dura es la vida para los que sólo nos queda recordar.

SPIM

05 diciembre 2013

Hay que mirar hacia adelante para no desfallecer. Para coger impulso, dicen. Llegar bien alto, mirar de reojo la señal de peligro medio girada. Continúan diciendo. No caigas por mirar la retaguardia, no te lamentes. Nada de nudo en la garganta. 

Vive.

Pero a veces sin hablar se consigue todo. Y girándose, sin pensarlo. De modo natural. Como ayer. Los recuerdos. El más allá. Mucho más allá. En forma de alas de mariposa. Las mejillas se humedecen pero la sonrisa sigue en la cara. 
Un poco de amor. Un estremecerse de placer mundano. Del que hubo y ya no está. Pero se recuerda como un ahora.

Y a coger impulso.
Ahora sí.

A volar.

10 noviembre 2013

Con una sonrisa le dije: qué canción más triste. Y no lo entendió. Que las canciones no son tristes, que la tristeza depende de quien las escucha, decía.
Medio minuto después cogió el disco desgastado, lo tiró a la basura y se puso a llorar.

04 octubre 2013

La mañana que no pude parar de llorar iba acompañada de un sol radiante, un gato que me acariciaba con la mirada y una melodía de tres de la madrugada preñada de alcohol.
Despacio, deprisa. Espacio y con prisas. Al revés. El principio convertido en final en un chasquido. Con un mar de fondo menos familiar pero igual de bonito.
Con sus calles empedradas, sus miradas desconocidas y el mismo camino recorrido pero sin la otra sombra.
Tormentas de septiembre en octubre. Otoño con sus mejores galas. Se acerca la tarde acabando con los resquicios de luz. Las nubes se levantan y yo sonrío sin saber porqué.

04 septiembre 2013

Que me lleve la marea, me lleve el viento.
Que me recorra el escalofrío.
Me deje muda, quieta. Que no sueñe. Que me cierre los ojos.

Que vuelva al centro, a lo callado, a la no existencia.
Que luego respire libre, loca, inocente.
Me bañe el rocío y el olor a jazmín.

Que me mezan las olas y miren las estrellas.
Que la luna sea mi alma, que me dé de beber.
Me escuche el río, el árbol, el querer.

Que revoloteen las luciérnagas, las hojas.
Que la tierra me vista de desnudez,
y de esa manera,

volver a nacer.

Siesta

03 septiembre 2013

A veces me da por revisar las entradas en el blog que he hecho desde que empecé en 2007. Siempre digo que cuando más escribo es cuando más triste estoy. Cuando soy feliz quiero ese momento para mí. Sí, soy absolutamente egoísta, nunca lo había dicho en voz alta pero es cierto. Para qué demonios perder el tiempo contando nada cuando puedo estar disfrutándolo. Pero a día de hoy debo reconocer que ha habido otro cambio. Así pues, debería entenderse mi poca actividad a que debo estar entre nubes de algodón y tarareando Always look on the brigth side of life (y he dicho tararear, sí, porque no sé silbar, al igual que no sé ir en bici ni nadar... oh...), pero no es así. Al igual ha habido una aclimatación entre alegría y tristeza en mi vida y ha acabado con mis palabras escritas. Eso sí, me he vuelto más radical. Eso me dicen... Bruja, es que eres muy radical... Oh, discúlpame amiga, sólo intento tener un poco de entereza y no tener que decir que sí a todo. Antes era igual que ahora, sólo que tenía más paciencia y el corazón menos encharcado. Ya ves, dime radical en lugar de soñadora. Tampoco ayuda que en otras facetas me digan: ya te llegará lo que buscas... que para ello has dedicado tanto tiempo. Así que, por favor, dejad de jugar a ser dioses y comportáos como los amigos que decis ser, y no huyáis cuando estemos cabizbajos, malditos, que para eso, ya estoy yo.

Mundano

30 junio 2013

A ver quién le dice que no al viento que siempre acaba por venir. 
Al zumbido en los oídos que te envuelve cada vez al gemir. 
Que roza la extenuación al ver tus ruidos cada noche, incluso lejos de aquí.
En cada duermevela navegas a través de las rocas ¡sin mar, sinvivir!
Y late, late tan fuerte, como cuando el miedo te dice que se va a rendir. 
Que todo es nada y nada es todo y el para siempre
sólo un desliz.

Sueño de una noche de primavera

22 abril 2013

Brillante, vestido blanco y largo, sin tacones. Con el pelo a medio recoger y ondulado. Guapa. Así iba la novia. Sencilla, ligera. Atenta a todos y siendo el centro del universo. Le podían los nervios. Las manos temblaban y miraba el banquete. Y luego a sus padres. Miraba a la izquierda. Después a su mejor amiga. A la derecha. Y a E y L, sus amores eternos. Veía a todos y a nadie. Tenía una sensación de carencia absoluta. Se dio cuenta de que se casaba sola.
De repente buscó un sitio donde estar como se sentía. Un señor amable y atento le dijo sorprendido al verla así vestida que ese excusado no era el adecuado para ella. Con una sonrisa le acompañó a una puerta que daba al exterior. La tercera puerta cruzando esta pequeña parcela. Ella estaba extrañada pero no tenía nada más que perder. Sólo pretendía encontrar respuestas. 
La puerta daba a una casa antigua de campo. Con varias puertas y pasillos. Se podía resumir todo en desgaste y oscuridad. Comenzó a saciar la curiosidad y encontró el baño cerrando la puerta nada más verlo. Siguió andando y llegó a la sala de estar donde encontró unos libros viejos que sobrevivían en una estantería polvorienta, con sus sillones vacíos y la mesa de madera rota por el trato más que por el tiempo. De repente se asustó al verla y empezó a huir, de nuevo. Por uno de los pasillos vio al final una habitación sin puerta y totalmente oscura. Algo le empujaba a ir hacia allá y no podía evitarlo. Su corazón bombeaba demasiado rápido y tenía esa sensación de querer y no poder llorar. Todo era lúgubre y no podía volver hacia atrás. Vio al fondo una silueta moverse levitando hacia ella mientras sólo intentaba buscar otro lugar para resguardarse. Se giró una y otra vez hasta que apareció al lado de un jardín, en la puerta, un señor mayor con barba y bastón. Le sonreía y le invitaba a conocerlo con una mirada tierna. De pronto el fondo negro desapareció y con él su sensación de angustia.
Se acercó confusa y algo esperanzada. Quieres salir de aquí ¿verdad? Te están esperando. Asintió mientras miraba los árboles y las flores delante de ella. Sólo debes cruzar el jardín y cuando estés a la mitad, sólo allí, podrás encontrar la salida. Gira a la derecha y la verás. No vayas más allá. Miró al viejo y sintió un alivio que le hizo sonreír al instante. Una paz le empezó a recorrer el cuerpo, desde sus pies hasta el último pelo de la cabeza. 
Cruzó la puerta desvistiéndose del blanco y volviendo a la comodidad. Al pelo suelto y rizado. Escucho a los pájaros hablar y al viento cantando. Delante: carretera y montaña. A la izquierda: rejas. A la derecha: jardín frondoso. Voy hacia la mitad de camino. Miro hacia la derecha y veo algo parecido a una estación de tren. La sensación de tristeza e impotencia me visitan. Debo ir. Debo ir hacia allí. Doy media vuelta hacia la casa y todo está totalmente a oscuras. Ya no hay vida. no hay nada. Voy ligera hacia la estación llena de gente. Busco. Hay niños, familias, reencuentros de miradas húmedas. Le busco. Hay ruido. Voces. Conversaciones cruzadas. Risas y llantos. Reconozco su cabello. Ya le he encontrado. Nos miramos. Un instante. Dos instantes. No hace falta nada más. 
Salgo de la estación y voy hacia la derecha de la misma manera en la que llegué: sola. Mientras recuerdo la última frase del sabio y miro hacia el horizonte. El viento empieza a cantar de nuevo.

Yo conmigo

17 marzo 2013

La búsqueda del ruido callado,
lo que afina lo disonante,
la paz del parpadeo.

Lo recóndito del ser,
la piedra preciosa.
Lo único, el todo.

La anhelada llegada después de la huida.
El final de lo agridulce.
El mar.

El pájaro que canta.

El tú.



Loca: Ravid Goldschmidt & Sílvia Pérez Cruz

05 marzo 2013





Mis voces son aire, vuelan,
mis lunas son soles, mientes,
mis días son tierra, pesan,
mis ojos son aguafuentes.

¡Ay! mo me pesan las alas,
¡ay! Ganas de besarte aire,
mis plumas están cansadas.
haz que mi corazón baile.

¡Ay! Loca, loquita loca,
así es mi boca,
aunque bese con sus frutas,
 de palabra se equivoca.


Soledad en compañía,
versos que se vuelven besos,
¡ay! Cuídenme el alma mía,
sin disfrazar los silencios.

¡Ay! Quiero mi duda infinita,
¡ay! Tanto vino tinto y verte.
¡Ay! mama ¡ay! mama,
mi dulce es quererte.

Déjame vivir la vida,
tierra, mar y pinos verdes.

¡Ay! Loca, loquita loca,
así es mi boca.
Aunque bese con sus frutas,
de palabra se equivoca. 

23/11

28 febrero 2013

El día se convirtió en la noche más larga.
La música retumbaba en el corazón y nunca más quise saber de ella.
Ni de las calles alumbradas con tus brillos.
Ni del verde interminable uniéndose con las perennes montañas.
Ni de los ecos que antes no existían.

No quise saber nada.
Nada.

Porque me resultaba imposible querer,
cuando sólo te quería a ti.

Terciopelo

19 febrero 2013

No te atrevas a decir que no tenga miedo si aún está la mente llena de pájaros y las manos vacías del no sentir.
Dejé el libro abierto y oxidada la historia comenzó a teñir.
Llega la alergia de los días tachados y ninguna tilde para hacer sonreír.
Y dirás y diré. Y repetirán lo que pudo ser y no fue.
Pero sigue la necesidad del no fingir.
Que acabe este rocío.
Que remiende tu porvenir.

KKD

21 enero 2013

Y mientras tanto vacío el vaso inyectándome detalles ajenos para olvidar recuerdos.
Los libros no son lo suficientemente cercanos, leo palabras pero no les pongo caras, me pierdo en los puntos aparte.
Lo intento, pero viene la flaqueza vestida de víctima y comienza a mandar. No es locura. Cualquiera ha estado un tiempo huyendo del futuro cercano olvidando que siempre gana. Llega. Como nunca. Reorganizando lo agónico, matizando, siendo el antídoto de lo que hoy se palpa.
Pero de momento, mañana, será la misma reproducción de ayer.

16 enero 2013


On és el meu matí?  


Es como rehacer sin haberlo conseguido. Visitar la nada desde el todo. Y volver a empezar. Una y otra vez. Una y otra vez... De manera incansable. Y luchar para rendirse. Again. Cantar y llorar al unísono. Prescindiendo una larga lista de melodías ahora intocables. Sin saber bailar. Desde la ventana sin vistas al mar. En el laberinto. Palpitando. A reventar. Feliz 2013. No es un deseo. Es un derecho.



Así me gustaba verte y así te voy a enmarcar.
A pesar de que sea pronto y parece que siempre vaya a serlo.

Hoy el jazmín no huele a nada.
Hoy mi mundo está en un solemne silencio.

La alegría es pensar que el tuyo, si lo hay, a partir de ahora es una fiesta.

Qué dura es la vida para los que sólo nos queda recordar.

SPIM

Hay que mirar hacia adelante para no desfallecer. Para coger impulso, dicen. Llegar bien alto, mirar de reojo la señal de peligro medio girada. Continúan diciendo. No caigas por mirar la retaguardia, no te lamentes. Nada de nudo en la garganta. 

Vive.

Pero a veces sin hablar se consigue todo. Y girándose, sin pensarlo. De modo natural. Como ayer. Los recuerdos. El más allá. Mucho más allá. En forma de alas de mariposa. Las mejillas se humedecen pero la sonrisa sigue en la cara. 
Un poco de amor. Un estremecerse de placer mundano. Del que hubo y ya no está. Pero se recuerda como un ahora.

Y a coger impulso.
Ahora sí.

A volar.

Con una sonrisa le dije: qué canción más triste. Y no lo entendió. Que las canciones no son tristes, que la tristeza depende de quien las escucha, decía.
Medio minuto después cogió el disco desgastado, lo tiró a la basura y se puso a llorar.

La mañana que no pude parar de llorar iba acompañada de un sol radiante, un gato que me acariciaba con la mirada y una melodía de tres de la madrugada preñada de alcohol.
Despacio, deprisa. Espacio y con prisas. Al revés. El principio convertido en final en un chasquido. Con un mar de fondo menos familiar pero igual de bonito.
Con sus calles empedradas, sus miradas desconocidas y el mismo camino recorrido pero sin la otra sombra.
Tormentas de septiembre en octubre. Otoño con sus mejores galas. Se acerca la tarde acabando con los resquicios de luz. Las nubes se levantan y yo sonrío sin saber porqué.

Que me lleve la marea, me lleve el viento.
Que me recorra el escalofrío.
Me deje muda, quieta. Que no sueñe. Que me cierre los ojos.

Que vuelva al centro, a lo callado, a la no existencia.
Que luego respire libre, loca, inocente.
Me bañe el rocío y el olor a jazmín.

Que me mezan las olas y miren las estrellas.
Que la luna sea mi alma, que me dé de beber.
Me escuche el río, el árbol, el querer.

Que revoloteen las luciérnagas, las hojas.
Que la tierra me vista de desnudez,
y de esa manera,

volver a nacer.

Siesta

A veces me da por revisar las entradas en el blog que he hecho desde que empecé en 2007. Siempre digo que cuando más escribo es cuando más triste estoy. Cuando soy feliz quiero ese momento para mí. Sí, soy absolutamente egoísta, nunca lo había dicho en voz alta pero es cierto. Para qué demonios perder el tiempo contando nada cuando puedo estar disfrutándolo. Pero a día de hoy debo reconocer que ha habido otro cambio. Así pues, debería entenderse mi poca actividad a que debo estar entre nubes de algodón y tarareando Always look on the brigth side of life (y he dicho tararear, sí, porque no sé silbar, al igual que no sé ir en bici ni nadar... oh...), pero no es así. Al igual ha habido una aclimatación entre alegría y tristeza en mi vida y ha acabado con mis palabras escritas. Eso sí, me he vuelto más radical. Eso me dicen... Bruja, es que eres muy radical... Oh, discúlpame amiga, sólo intento tener un poco de entereza y no tener que decir que sí a todo. Antes era igual que ahora, sólo que tenía más paciencia y el corazón menos encharcado. Ya ves, dime radical en lugar de soñadora. Tampoco ayuda que en otras facetas me digan: ya te llegará lo que buscas... que para ello has dedicado tanto tiempo. Así que, por favor, dejad de jugar a ser dioses y comportáos como los amigos que decis ser, y no huyáis cuando estemos cabizbajos, malditos, que para eso, ya estoy yo.

Mundano

A ver quién le dice que no al viento que siempre acaba por venir. 
Al zumbido en los oídos que te envuelve cada vez al gemir. 
Que roza la extenuación al ver tus ruidos cada noche, incluso lejos de aquí.
En cada duermevela navegas a través de las rocas ¡sin mar, sinvivir!
Y late, late tan fuerte, como cuando el miedo te dice que se va a rendir. 
Que todo es nada y nada es todo y el para siempre
sólo un desliz.

Sueño de una noche de primavera

Brillante, vestido blanco y largo, sin tacones. Con el pelo a medio recoger y ondulado. Guapa. Así iba la novia. Sencilla, ligera. Atenta a todos y siendo el centro del universo. Le podían los nervios. Las manos temblaban y miraba el banquete. Y luego a sus padres. Miraba a la izquierda. Después a su mejor amiga. A la derecha. Y a E y L, sus amores eternos. Veía a todos y a nadie. Tenía una sensación de carencia absoluta. Se dio cuenta de que se casaba sola.
De repente buscó un sitio donde estar como se sentía. Un señor amable y atento le dijo sorprendido al verla así vestida que ese excusado no era el adecuado para ella. Con una sonrisa le acompañó a una puerta que daba al exterior. La tercera puerta cruzando esta pequeña parcela. Ella estaba extrañada pero no tenía nada más que perder. Sólo pretendía encontrar respuestas. 
La puerta daba a una casa antigua de campo. Con varias puertas y pasillos. Se podía resumir todo en desgaste y oscuridad. Comenzó a saciar la curiosidad y encontró el baño cerrando la puerta nada más verlo. Siguió andando y llegó a la sala de estar donde encontró unos libros viejos que sobrevivían en una estantería polvorienta, con sus sillones vacíos y la mesa de madera rota por el trato más que por el tiempo. De repente se asustó al verla y empezó a huir, de nuevo. Por uno de los pasillos vio al final una habitación sin puerta y totalmente oscura. Algo le empujaba a ir hacia allá y no podía evitarlo. Su corazón bombeaba demasiado rápido y tenía esa sensación de querer y no poder llorar. Todo era lúgubre y no podía volver hacia atrás. Vio al fondo una silueta moverse levitando hacia ella mientras sólo intentaba buscar otro lugar para resguardarse. Se giró una y otra vez hasta que apareció al lado de un jardín, en la puerta, un señor mayor con barba y bastón. Le sonreía y le invitaba a conocerlo con una mirada tierna. De pronto el fondo negro desapareció y con él su sensación de angustia.
Se acercó confusa y algo esperanzada. Quieres salir de aquí ¿verdad? Te están esperando. Asintió mientras miraba los árboles y las flores delante de ella. Sólo debes cruzar el jardín y cuando estés a la mitad, sólo allí, podrás encontrar la salida. Gira a la derecha y la verás. No vayas más allá. Miró al viejo y sintió un alivio que le hizo sonreír al instante. Una paz le empezó a recorrer el cuerpo, desde sus pies hasta el último pelo de la cabeza. 
Cruzó la puerta desvistiéndose del blanco y volviendo a la comodidad. Al pelo suelto y rizado. Escucho a los pájaros hablar y al viento cantando. Delante: carretera y montaña. A la izquierda: rejas. A la derecha: jardín frondoso. Voy hacia la mitad de camino. Miro hacia la derecha y veo algo parecido a una estación de tren. La sensación de tristeza e impotencia me visitan. Debo ir. Debo ir hacia allí. Doy media vuelta hacia la casa y todo está totalmente a oscuras. Ya no hay vida. no hay nada. Voy ligera hacia la estación llena de gente. Busco. Hay niños, familias, reencuentros de miradas húmedas. Le busco. Hay ruido. Voces. Conversaciones cruzadas. Risas y llantos. Reconozco su cabello. Ya le he encontrado. Nos miramos. Un instante. Dos instantes. No hace falta nada más. 
Salgo de la estación y voy hacia la derecha de la misma manera en la que llegué: sola. Mientras recuerdo la última frase del sabio y miro hacia el horizonte. El viento empieza a cantar de nuevo.

Yo conmigo

La búsqueda del ruido callado,
lo que afina lo disonante,
la paz del parpadeo.

Lo recóndito del ser,
la piedra preciosa.
Lo único, el todo.

La anhelada llegada después de la huida.
El final de lo agridulce.
El mar.

El pájaro que canta.

El tú.



Loca: Ravid Goldschmidt & Sílvia Pérez Cruz





Mis voces son aire, vuelan,
mis lunas son soles, mientes,
mis días son tierra, pesan,
mis ojos son aguafuentes.

¡Ay! mo me pesan las alas,
¡ay! Ganas de besarte aire,
mis plumas están cansadas.
haz que mi corazón baile.

¡Ay! Loca, loquita loca,
así es mi boca,
aunque bese con sus frutas,
 de palabra se equivoca.


Soledad en compañía,
versos que se vuelven besos,
¡ay! Cuídenme el alma mía,
sin disfrazar los silencios.

¡Ay! Quiero mi duda infinita,
¡ay! Tanto vino tinto y verte.
¡Ay! mama ¡ay! mama,
mi dulce es quererte.

Déjame vivir la vida,
tierra, mar y pinos verdes.

¡Ay! Loca, loquita loca,
así es mi boca.
Aunque bese con sus frutas,
de palabra se equivoca. 

23/11

El día se convirtió en la noche más larga.
La música retumbaba en el corazón y nunca más quise saber de ella.
Ni de las calles alumbradas con tus brillos.
Ni del verde interminable uniéndose con las perennes montañas.
Ni de los ecos que antes no existían.

No quise saber nada.
Nada.

Porque me resultaba imposible querer,
cuando sólo te quería a ti.

Terciopelo

No te atrevas a decir que no tenga miedo si aún está la mente llena de pájaros y las manos vacías del no sentir.
Dejé el libro abierto y oxidada la historia comenzó a teñir.
Llega la alergia de los días tachados y ninguna tilde para hacer sonreír.
Y dirás y diré. Y repetirán lo que pudo ser y no fue.
Pero sigue la necesidad del no fingir.
Que acabe este rocío.
Que remiende tu porvenir.

KKD

Y mientras tanto vacío el vaso inyectándome detalles ajenos para olvidar recuerdos.
Los libros no son lo suficientemente cercanos, leo palabras pero no les pongo caras, me pierdo en los puntos aparte.
Lo intento, pero viene la flaqueza vestida de víctima y comienza a mandar. No es locura. Cualquiera ha estado un tiempo huyendo del futuro cercano olvidando que siempre gana. Llega. Como nunca. Reorganizando lo agónico, matizando, siendo el antídoto de lo que hoy se palpa.
Pero de momento, mañana, será la misma reproducción de ayer.


On és el meu matí?  


Es como rehacer sin haberlo conseguido. Visitar la nada desde el todo. Y volver a empezar. Una y otra vez. Una y otra vez... De manera incansable. Y luchar para rendirse. Again. Cantar y llorar al unísono. Prescindiendo una larga lista de melodías ahora intocables. Sin saber bailar. Desde la ventana sin vistas al mar. En el laberinto. Palpitando. A reventar. Feliz 2013. No es un deseo. Es un derecho.


Palabras

Luciérnagas