04 octubre 2013

La mañana que no pude parar de llorar iba acompañada de un sol radiante, un gato que me acariciaba con la mirada y una melodía de tres de la madrugada preñada de alcohol.
Despacio, deprisa. Espacio y con prisas. Al revés. El principio convertido en final en un chasquido. Con un mar de fondo menos familiar pero igual de bonito.
Con sus calles empedradas, sus miradas desconocidas y el mismo camino recorrido pero sin la otra sombra.
Tormentas de septiembre en octubre. Otoño con sus mejores galas. Se acerca la tarde acabando con los resquicios de luz. Las nubes se levantan y yo sonrío sin saber porqué.

La mañana que no pude parar de llorar iba acompañada de un sol radiante, un gato que me acariciaba con la mirada y una melodía de tres de la madrugada preñada de alcohol.
Despacio, deprisa. Espacio y con prisas. Al revés. El principio convertido en final en un chasquido. Con un mar de fondo menos familiar pero igual de bonito.
Con sus calles empedradas, sus miradas desconocidas y el mismo camino recorrido pero sin la otra sombra.
Tormentas de septiembre en octubre. Otoño con sus mejores galas. Se acerca la tarde acabando con los resquicios de luz. Las nubes se levantan y yo sonrío sin saber porqué.

Palabras

Luciérnagas