Punto final

29 mayo 2008

Convertir en perfecta una canción por una precisa visita.
Salir a la calle mientras diluvia y sólo estás tú o bien que acompañe un sol que invite a la luna.
Dormirse de pie por aguantar hasta el final cuando hay duendes que regalan corazones.
Recitar cartas pasadas que te hacen sonreír porque nunca se olvidará el cariño a pesar de los malos momentos.
No parar de escribir aunque se piense que no vale la pena la muestra.
Soñar despierta y ver que todo puede ser, incluso lo que no ha podido ser jamás.
Robar sonrisas a los que se creen sombras.
Sorprenderte, todavía, de que los días no acaban como empiezan.
Que de colores está plagado el mundo,
de estrellas incluso el amanecer.



Olor a mandarinas - Zahara

La historia interminable

26 mayo 2008

Las tragicomedias visitan. ¡Y tanto que visitan!
Con ganas de mandar a la mierda.
Simplemente eso.
Menos mal que los momentos son solamente momentos.
Y que, no sé si siendo bueno o no, trago demasiada saliva.
Vivan las risas en los momentos tensos.
Nunca el vaso estará medio vacío.
Haré de la lluvia mi aliada.
Y si no, tiempo al tiempo.
Y sí.
Esta vez, estoy sentenciando.
Que ardan los sombreros mojados.


Zafar - La Vela Puerca

Odio

17 mayo 2008

Al diablo con los disparos a la espalda con antifaz de misericordia.
Qué divinidad crees ser tú, títere sin cabeza, para antojársete un camino de almas de las que no sabes ni el color de su pensamiento.
¿Acaso tienes algún poder extraordinario para mover los hilos del resto de la humanidad?
Tanta pedantería acabará haciendo que llamen a tu puerta para devolverte al abismo, para que te regalen el castigo eterno, ignorante vanagloriado.
Para no salir jamás y dejar a los iluminados ser tratados como tal en el parnaso.
Dime, nato burlón ¿quién ríe ahora?

En blanco

14 mayo 2008

Si tengo que pensar en algo, prefiero que sea en canciones.
Footsteps - Pearl Jam

Volviendo

10 mayo 2008

Me he sido infiel abriéndole la puerta a lo irremediable.
Cerré los ojos y me dejé llevar.
Ahora estoy postrada en un lecho que no sé si es mío.
Amarrada con correas que no desaparecen porque hay sombras que me lo impiden.
Es igual que las luces de neón te digan que no, que no tiene que ver contigo.
Me remito al hecho de que las fuerzas también desvanecen si continuamente les retan al escondite.
Es ahora cuando ha dado el paso la respuesta concreta.
La que duele tanto. La que está en lo más profundo pero no quieres decir porque daña.
Es ahora, y no antes, cuando lo pensado al pie de la letra sale.
Como escudo y como arma de doble filo.
Desde hace unas lunas no sé quién se encuentra encima de mi cama.
Esta vez las sensaciones se han largado por donde vinieron.
Porque, por suerte, todavía sé discernir entre cuándo sabía de su existencia, y cuándo no.

No son horas - Andrés Calamaro

La no inspiración

05 mayo 2008

Dudo si alguna vez he estado inspirada a la hora de escribir. Me limito a decir que no paro de hacerlo aunque no lo deje plasmado para que sea público.
Me canso de ver siempre un en el momento de ver unas líneas acabadas. Siempre todo es igual a mis ojos y creo que para el resto también.

A veces se tiene la sensación de que se está obligado a seguir escribiendo, sin darnos cuenta de que la obligación es obra nuestra, porque así lo hemos querido y hemos acostumbrado a los demás.
Pero sucede, también, dentro del extraño orgullo que te visita cuando te echan en cara eso del abandono de las páginas, que si ves que todo lo que sale es un canto al odio de los sentidos, te frena. Quieres un cambio. Un avanzar, quizá.

Una vez me etiquetaron de romántica (acompañado de algo más que no recuerdo, si lo lee esa persona que lo repita). Romántica en plan poético, no de esas que ponen velitas e incienso en sus encuentros amorosos, que llora por todo y nada, y demás menesteres varios. Leches, que una es una bruja y no sabe qué es eso.
En fin, romántica, resumidamente, por cantar abiertamente al cortarse las venas a la hora de ver lo patético y/o lo malvado de las situaciones y personas.
Fue bonito. Sí. Aunque no sé qué romanticismo es peor. Al fin y al cabo, creo conocer a muchos de esos. Y esa tontería, en parte, consuela. Te hace ver que estás menos solo, vomitando mierda conjunta y luego riendo.
El caso es que estoy en una fase en la que mi romanticismo está en pleno apogeo. Sí. Muy seguidamente.
Puede que sea la primavera. La jalea real ayuda a prevenir los resfriados por el cambio de estación pero no cura el romanticismo.
Esto no para y algún día reventará. Mientras tanto, así, al menos he explicado el porqué de mi no escribir aquí de la manera que lo hacía en un principio.

Lo mismo cansa. Y las preguntas sobre el estado de ánimo de después acaban no teniendo sentido cuando ya se ha sido vomitado todo lo indeseable.
Ni se está completamente bien, ni se está jodidamente mal siempre.
Por ello, tiempo al tiempo. Pueden ser días o semanas. Nunca se sabe.
Defecar las mismas miserias no es bueno ni para mí ni para quien lee.
Aunque esto va así, a lo mejor dentro de cinco minutos me salen las palabras más preciosas del mundo, haciendo olvidar la parte oscura del presente de cada uno.
Hasta entonces, nos seguimos viendo.

Punto final

Convertir en perfecta una canción por una precisa visita.
Salir a la calle mientras diluvia y sólo estás tú o bien que acompañe un sol que invite a la luna.
Dormirse de pie por aguantar hasta el final cuando hay duendes que regalan corazones.
Recitar cartas pasadas que te hacen sonreír porque nunca se olvidará el cariño a pesar de los malos momentos.
No parar de escribir aunque se piense que no vale la pena la muestra.
Soñar despierta y ver que todo puede ser, incluso lo que no ha podido ser jamás.
Robar sonrisas a los que se creen sombras.
Sorprenderte, todavía, de que los días no acaban como empiezan.
Que de colores está plagado el mundo,
de estrellas incluso el amanecer.



Olor a mandarinas - Zahara

La historia interminable

Las tragicomedias visitan. ¡Y tanto que visitan!
Con ganas de mandar a la mierda.
Simplemente eso.
Menos mal que los momentos son solamente momentos.
Y que, no sé si siendo bueno o no, trago demasiada saliva.
Vivan las risas en los momentos tensos.
Nunca el vaso estará medio vacío.
Haré de la lluvia mi aliada.
Y si no, tiempo al tiempo.
Y sí.
Esta vez, estoy sentenciando.
Que ardan los sombreros mojados.


Zafar - La Vela Puerca

Odio

Al diablo con los disparos a la espalda con antifaz de misericordia.
Qué divinidad crees ser tú, títere sin cabeza, para antojársete un camino de almas de las que no sabes ni el color de su pensamiento.
¿Acaso tienes algún poder extraordinario para mover los hilos del resto de la humanidad?
Tanta pedantería acabará haciendo que llamen a tu puerta para devolverte al abismo, para que te regalen el castigo eterno, ignorante vanagloriado.
Para no salir jamás y dejar a los iluminados ser tratados como tal en el parnaso.
Dime, nato burlón ¿quién ríe ahora?

En blanco

Si tengo que pensar en algo, prefiero que sea en canciones.
Footsteps - Pearl Jam

Volviendo

Me he sido infiel abriéndole la puerta a lo irremediable.
Cerré los ojos y me dejé llevar.
Ahora estoy postrada en un lecho que no sé si es mío.
Amarrada con correas que no desaparecen porque hay sombras que me lo impiden.
Es igual que las luces de neón te digan que no, que no tiene que ver contigo.
Me remito al hecho de que las fuerzas también desvanecen si continuamente les retan al escondite.
Es ahora cuando ha dado el paso la respuesta concreta.
La que duele tanto. La que está en lo más profundo pero no quieres decir porque daña.
Es ahora, y no antes, cuando lo pensado al pie de la letra sale.
Como escudo y como arma de doble filo.
Desde hace unas lunas no sé quién se encuentra encima de mi cama.
Esta vez las sensaciones se han largado por donde vinieron.
Porque, por suerte, todavía sé discernir entre cuándo sabía de su existencia, y cuándo no.

No son horas - Andrés Calamaro

La no inspiración

Dudo si alguna vez he estado inspirada a la hora de escribir. Me limito a decir que no paro de hacerlo aunque no lo deje plasmado para que sea público.
Me canso de ver siempre un en el momento de ver unas líneas acabadas. Siempre todo es igual a mis ojos y creo que para el resto también.

A veces se tiene la sensación de que se está obligado a seguir escribiendo, sin darnos cuenta de que la obligación es obra nuestra, porque así lo hemos querido y hemos acostumbrado a los demás.
Pero sucede, también, dentro del extraño orgullo que te visita cuando te echan en cara eso del abandono de las páginas, que si ves que todo lo que sale es un canto al odio de los sentidos, te frena. Quieres un cambio. Un avanzar, quizá.

Una vez me etiquetaron de romántica (acompañado de algo más que no recuerdo, si lo lee esa persona que lo repita). Romántica en plan poético, no de esas que ponen velitas e incienso en sus encuentros amorosos, que llora por todo y nada, y demás menesteres varios. Leches, que una es una bruja y no sabe qué es eso.
En fin, romántica, resumidamente, por cantar abiertamente al cortarse las venas a la hora de ver lo patético y/o lo malvado de las situaciones y personas.
Fue bonito. Sí. Aunque no sé qué romanticismo es peor. Al fin y al cabo, creo conocer a muchos de esos. Y esa tontería, en parte, consuela. Te hace ver que estás menos solo, vomitando mierda conjunta y luego riendo.
El caso es que estoy en una fase en la que mi romanticismo está en pleno apogeo. Sí. Muy seguidamente.
Puede que sea la primavera. La jalea real ayuda a prevenir los resfriados por el cambio de estación pero no cura el romanticismo.
Esto no para y algún día reventará. Mientras tanto, así, al menos he explicado el porqué de mi no escribir aquí de la manera que lo hacía en un principio.

Lo mismo cansa. Y las preguntas sobre el estado de ánimo de después acaban no teniendo sentido cuando ya se ha sido vomitado todo lo indeseable.
Ni se está completamente bien, ni se está jodidamente mal siempre.
Por ello, tiempo al tiempo. Pueden ser días o semanas. Nunca se sabe.
Defecar las mismas miserias no es bueno ni para mí ni para quien lee.
Aunque esto va así, a lo mejor dentro de cinco minutos me salen las palabras más preciosas del mundo, haciendo olvidar la parte oscura del presente de cada uno.
Hasta entonces, nos seguimos viendo.

Palabras

Luciérnagas