Análisis

17 julio 2008

Anoche soñé que mi sobrina era una estrella de mar, eso, o algo parecido a un bistec de ternera crudo, y sazonado. Que la cuidaba manteniéndola en una mano y le daba de comer para luego depositarla encima de la mesa, donde todos estábamos dispuestos a cenar y, yo, estaba dispuesta a comerla a ella, porque se me aguaba la boca. Y que era 17 de agosto, y había perdido una apuesta.
Me despertaba, no sé si por lo malo del sueño o por su final en sí, y escuchaba ruido en la escalera. Oía algo parecido a: Me cago en mi puta madre, que no me levanta la voz ni ella. Luego acababa con algo semejante a un aullido y, seguidamente, se oía un chocar de botellas. Deduje que eran mis queridos vecinos del segundo tercera y la parienta del presidente de la escalera con el propio.
Al caer de nuevo en manos de Morfeo, paseaba por mi cabeza: Joder, qué mal huele la primera planta, parece que haya un muerto en el piso del señor X. Y decía, también, que no me daba tanto miedo que hubiera un muerto en la escalera, sino que fueran personas vivas las que estuvieran en ese piso conviviendo con algún fiambre.
Y apareció luego, en una calle cerca de casa, un tipo corpulento con barbita y gorra, que se creía dueño de mí y me besaba sin parar. Y cogía el móvil porque le llamaba la persona en la que yo estaba pensando en ese momento. Y me miraba porque sabía que ese ser me importaba más que él, y jugaba conmigo al escondite con el teléfono como si jugara con mi propia vida y le gustara. Me repetía lo mal que estaba el que quería que fuera mi ángel de la guarda y me hacía ver (el señor corpulento que se creía dueño de mí) que no lo iba ayudar en absoluto, puesto que sólo repetía y no calmaba los ánimos. Y no me dejaba hablar a mí, porque sabía que me perdería para siempre.
Finalmente me despertó el gallo que tengo como buenos días y me dio un vuelco el corazón.
Sólo sonrío al recordar lo mucho que duermo y lo mal que descanso.
Ahora sabéis porqué ¿no?

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Análisis

Anoche soñé que mi sobrina era una estrella de mar, eso, o algo parecido a un bistec de ternera crudo, y sazonado. Que la cuidaba manteniéndola en una mano y le daba de comer para luego depositarla encima de la mesa, donde todos estábamos dispuestos a cenar y, yo, estaba dispuesta a comerla a ella, porque se me aguaba la boca. Y que era 17 de agosto, y había perdido una apuesta.
Me despertaba, no sé si por lo malo del sueño o por su final en sí, y escuchaba ruido en la escalera. Oía algo parecido a: Me cago en mi puta madre, que no me levanta la voz ni ella. Luego acababa con algo semejante a un aullido y, seguidamente, se oía un chocar de botellas. Deduje que eran mis queridos vecinos del segundo tercera y la parienta del presidente de la escalera con el propio.
Al caer de nuevo en manos de Morfeo, paseaba por mi cabeza: Joder, qué mal huele la primera planta, parece que haya un muerto en el piso del señor X. Y decía, también, que no me daba tanto miedo que hubiera un muerto en la escalera, sino que fueran personas vivas las que estuvieran en ese piso conviviendo con algún fiambre.
Y apareció luego, en una calle cerca de casa, un tipo corpulento con barbita y gorra, que se creía dueño de mí y me besaba sin parar. Y cogía el móvil porque le llamaba la persona en la que yo estaba pensando en ese momento. Y me miraba porque sabía que ese ser me importaba más que él, y jugaba conmigo al escondite con el teléfono como si jugara con mi propia vida y le gustara. Me repetía lo mal que estaba el que quería que fuera mi ángel de la guarda y me hacía ver (el señor corpulento que se creía dueño de mí) que no lo iba ayudar en absoluto, puesto que sólo repetía y no calmaba los ánimos. Y no me dejaba hablar a mí, porque sabía que me perdería para siempre.
Finalmente me despertó el gallo que tengo como buenos días y me dio un vuelco el corazón.
Sólo sonrío al recordar lo mucho que duermo y lo mal que descanso.
Ahora sabéis porqué ¿no?

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Luciérnagas