Ellos: Los Lemmings emperadores

08 junio 2009


Apenas me fijé en la hora que era. Y puedo jurar, esta vez sin pensar en un castigo divino, que lo hice.
No dudé en ningún momento en tirarme por la ventana por cualquiera de ellos.
En realidad siempre puse la mano en el fuego por ellos, pero a veces se olvida esa sensación de dar todo, de desvestirte sin estar desnuda, de reírse incluso cayéndote el diluvio universal.
La piscina no acabó rebosando después de todo.
Daba igual, todo era enorme, grandísimo, placentero.
No había ni un ruido, sólo el de la lluvia.
Ni el pozo ni el televisor hicieron obcecarme por algo.
Hay cosas que no cambian.
Nos gusta seguir fumando risas y estar despiertos en distintas camas. A gritos callados.
Acurrucarnos en invierno y quejarnos todavía más en verano.
Fue cuando me di cuenta que realmente la capacidad de olvidar existe. Que no todo es tan esencial a los ojos.
Y que, a la vez, todo es más pleno cuando dejas que todo el mundo vuele para unir nuevos lazos, para tener cuentos que compartir.
Te atreves a comparar y ellos ganan. Y yo, salgo ganando.
La cámara se paró y me vi reflejada en ellos.
Sonreía.
Y sé, que aunque no lo digan, ellos también lo siguen haciendo.

Palabras raras - Fabián

3 comentario/s:

Sr. Troncoso dijo...

Malegro que te lo hayas pasao bien niña.
Por cierto, le diste recuerdos a noe?

Un beso.

Canister dijo...

Esperaba encontrarme algo así, desde el momento en el que me contaste el plan y vi el lugar donde iba a suceder sabia que aquello iba a funcionar, aunque tramaras matarlos a todos y enterrarles por allí...

Y leñes, es el 2º blog donde encuentro un enlace al tema de Fabian...

Anónimo dijo...

¡Jujuju!

- No di recuerdos a Noe... No sé yo si llega a aparecer la cara que habría puesto mi sobrina...

- La intención de matarlos no se me vino a la cabeza al final... Qué fuerte.
Y sí, es que Fabián está por ahí pululando en varios lares... Y encima viene esta semana a Bcn y no puedo verlo. Hay que joelse.

Bruja

Ellos: Los Lemmings emperadores


Apenas me fijé en la hora que era. Y puedo jurar, esta vez sin pensar en un castigo divino, que lo hice.
No dudé en ningún momento en tirarme por la ventana por cualquiera de ellos.
En realidad siempre puse la mano en el fuego por ellos, pero a veces se olvida esa sensación de dar todo, de desvestirte sin estar desnuda, de reírse incluso cayéndote el diluvio universal.
La piscina no acabó rebosando después de todo.
Daba igual, todo era enorme, grandísimo, placentero.
No había ni un ruido, sólo el de la lluvia.
Ni el pozo ni el televisor hicieron obcecarme por algo.
Hay cosas que no cambian.
Nos gusta seguir fumando risas y estar despiertos en distintas camas. A gritos callados.
Acurrucarnos en invierno y quejarnos todavía más en verano.
Fue cuando me di cuenta que realmente la capacidad de olvidar existe. Que no todo es tan esencial a los ojos.
Y que, a la vez, todo es más pleno cuando dejas que todo el mundo vuele para unir nuevos lazos, para tener cuentos que compartir.
Te atreves a comparar y ellos ganan. Y yo, salgo ganando.
La cámara se paró y me vi reflejada en ellos.
Sonreía.
Y sé, que aunque no lo digan, ellos también lo siguen haciendo.

Palabras raras - Fabián

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