Stop

21 marzo 2010

Por dónde te mueves. Por dónde crees que deambulas.
Borras los nombres unidos en corazón de tiza incrustados en las calles por odio al desvarío.
Desafiando a la lluvia que no quiso borrarlos. Porque ella tiene más respeto que tú.
Y tú sin saber a quién odias. Sin reconocer que lo haces sin más. Porque la vida que elegiste te trató mal.
Vuelvo a escribir pensándote volando sobre un rascacielos que no existe.
Que habitas y deshabitas al son de tus pasos por querer hacer daño. Por orgullo.
Mientras te cae una mísera lágrima en forma de su cara.
Porque sabes que está y es la causante de todo tu mal.
Eso crees. Porque los cobardes tienen que aferrarse a lo injustificable para saciarse por algún lado y seguir respirando.
Sin respetar las perlas cultivadas de sonrisas sinceras. Porque si se te pregunta crees tener una respuesta lógica.
Aunque la coherencia no la conoces ni por asomo.
Lo peor no es cuando se pasa el tren y no lo aprovechas. Lo burlesco es que sepas que hay más de uno y no los quieras coger. Ni ayudar a quienes no te olvidan a seguir subidos en el que estaban.

Y luego, seguidme preguntando porqué escribo frases sin sentido, crípticas y casi apocalípticas. Tristes y plañideras.
Atreveros a decir que nunca habéis visto algo parecido cuando los causantes de este tipo de vómito están en cada esquina.
Quiénes son los locos, los que echan lo que tienen dentro hacia el exterior o los que callan y siguen sobreviviendo sin dejar y dejarse vivir.

Disculpadme si sonrío al confesaros que, visto todo esto, me quiero cada vez más.
Y mientras más grito de esta manera más podré seguir mostrando mi sonrisa al mundo.

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Stop

Por dónde te mueves. Por dónde crees que deambulas.
Borras los nombres unidos en corazón de tiza incrustados en las calles por odio al desvarío.
Desafiando a la lluvia que no quiso borrarlos. Porque ella tiene más respeto que tú.
Y tú sin saber a quién odias. Sin reconocer que lo haces sin más. Porque la vida que elegiste te trató mal.
Vuelvo a escribir pensándote volando sobre un rascacielos que no existe.
Que habitas y deshabitas al son de tus pasos por querer hacer daño. Por orgullo.
Mientras te cae una mísera lágrima en forma de su cara.
Porque sabes que está y es la causante de todo tu mal.
Eso crees. Porque los cobardes tienen que aferrarse a lo injustificable para saciarse por algún lado y seguir respirando.
Sin respetar las perlas cultivadas de sonrisas sinceras. Porque si se te pregunta crees tener una respuesta lógica.
Aunque la coherencia no la conoces ni por asomo.
Lo peor no es cuando se pasa el tren y no lo aprovechas. Lo burlesco es que sepas que hay más de uno y no los quieras coger. Ni ayudar a quienes no te olvidan a seguir subidos en el que estaban.

Y luego, seguidme preguntando porqué escribo frases sin sentido, crípticas y casi apocalípticas. Tristes y plañideras.
Atreveros a decir que nunca habéis visto algo parecido cuando los causantes de este tipo de vómito están en cada esquina.
Quiénes son los locos, los que echan lo que tienen dentro hacia el exterior o los que callan y siguen sobreviviendo sin dejar y dejarse vivir.

Disculpadme si sonrío al confesaros que, visto todo esto, me quiero cada vez más.
Y mientras más grito de esta manera más podré seguir mostrando mi sonrisa al mundo.

Palabras

Luciérnagas