La infancia se acaba yendo a pesar del brillo en la mirada.
No son mis arrugas, son las del resto.
La ignorancia, la indiferencia, la desconfianza, la arrogancia.
El no saber. El no querer. El no creer. El no sentir.
En fin, vivir.
Quizá un mal golpe que no se pudo esquivar por la rapidez, o quién sabe, no hay nada detrás.
No siempre hay una respuesta a las preguntas retóricas.
Esa sólo la buscamos los soñadores.
Los que volvemos a mirar el espejo esperando que nos guiñe un ojo.
0 comentario/s:
Publicar un comentario