El bosque encantado está de fiesta

19 septiembre 2007

No hace tanto que encontré la mirada desafiante y analítica acompañada de esa barbilla no tan bien cuidada…
Hace un año celebramos este día casi sin conocernos y, realmente, nunca hubiera pensado en esos días que pasaríamos tantos buenos (y no tan buenos) ratos juntos.
Me alegra dedicarte esto, por muy poco que sea, significa mucho. Demasiado. Y los demasiados ya se saben cómo son…
Creo que nadie, y cuando digo nadie es un NADIE, sabe hasta qué punto tenemos esa unión. En ocasiones más palpable que otras, pero ahí está.
Muchas felicidades.
Gracias por convertirte en duende cuando una vez pensaba que ya no existían. Por celebrar conmigo lo que a ojos ajenos era inexistente, por regalarme palabras pesimistas cuando la realidad lo pedía a gritos, por la risa que provocas cuando las bocas están cicatrizadas, por las canciones compartidas, las que quedan por venir y las inventadas, por la lista de sapos que nunca fueron príncipes.
Por esto, aquello y lo de más allá.
Sé feliz siempre. Yo seguiré disfrutando parte de mi tiempo con todo lo que envuelves.


Hace unos días me encontré estas palabras. Las leí y supe que no eran mías. Al seguir leyendo, reconocí al momento para quién iban dirigidas. Y, claro está, de quién provenían.
Como son tuyas y hoy este rincón también lo es, ahí van para ti.
Disfrútalas, duendecillo.

Prestados los momentos, puestos a prestar y a prestamistas rogar, es mi sino tener que pedir, que siempre es mejor que robar. Préstame un halo de luz que parece que el mío perdí.
En el camino debí dejar de brillar y no hay Duende sin su luz, ni Ninfa sin su Duende.
Préstame un poquito de esa luz que tú coleccionas, la que ves en las personas cuando todos duermen y a ser posible y como pido prestadas muchas cosas, devuélveme esas flores raras, las que crecieron en la aceras pues las mías ya están secas.
Que no hay flor sin sol ni noche sin lunas, que el amor es más lucido cuando serenos están los sentidos y adormecidos los ruegos.
Préstame un rincón de tu rincón y déjame por ultima vez expresar lo que no consigo hablar.
Que mi camino ya encontré, que mi luz ya visité, que si duermo en el amanecer de tus días es porque amaneces en mis noches.
Si borrar fuera cosa fácil para apaciguar el dolor del alma, el que llora, yo tengo el remedio, que vendo gomas de Nata por doquier, Milan 430, rasoplast es la que mejor va...
Y si no funciona, húndete en mi ser, que hay sitio para ambos y un poquito más.
No me digas más que lo que veo no es normal, que en algún lugar te quedaste y ya no puedes caminar, no me digas más que a quien veo no merece la pena pues es mi apuesta la que está en juego, es mi razón la que nublas, es mi caminar el que juzgas, es mi sentir el que pones en duda.
Préstame la luz de tu mirar, solo un momento, y veré a través de ti, que no me canso de hundirme en tu pecho, que no me canso de sonreír en tus labios, que no me canso de soñarte, que no me canso de quererte.
Que no hay noche sin sus lunas ni niña sin su Duende.
Préstame tu sonrisa pícara, tu mirada de ladrón, tus caricias más sinceras, enciéndeme con la mañana y apágame en tu pecho, siempre en tu pecho.
Siempre es mucho tiempo, pero nunca es la eternidad y aunque eterno no hay nada, dime tú si no te arriesgarías a perder. Porque quien no apuesta no gana y quien no arriesga..., acaba arrepintiéndose.
Que no hay noches sin luna, ni amanecer sin mi Duende.

1 comentario/s:

Anónimo dijo...

Sniff, sniff!!!
Qué bonito, Bruji!!!
Esto sí es un regalo!!!
Gracias!!!

P.D.: A la poetisa que escribe entre sombras y lee entre mis sueños... GRACIAS!!!

Piel de papel

El bosque encantado está de fiesta

No hace tanto que encontré la mirada desafiante y analítica acompañada de esa barbilla no tan bien cuidada…
Hace un año celebramos este día casi sin conocernos y, realmente, nunca hubiera pensado en esos días que pasaríamos tantos buenos (y no tan buenos) ratos juntos.
Me alegra dedicarte esto, por muy poco que sea, significa mucho. Demasiado. Y los demasiados ya se saben cómo son…
Creo que nadie, y cuando digo nadie es un NADIE, sabe hasta qué punto tenemos esa unión. En ocasiones más palpable que otras, pero ahí está.
Muchas felicidades.
Gracias por convertirte en duende cuando una vez pensaba que ya no existían. Por celebrar conmigo lo que a ojos ajenos era inexistente, por regalarme palabras pesimistas cuando la realidad lo pedía a gritos, por la risa que provocas cuando las bocas están cicatrizadas, por las canciones compartidas, las que quedan por venir y las inventadas, por la lista de sapos que nunca fueron príncipes.
Por esto, aquello y lo de más allá.
Sé feliz siempre. Yo seguiré disfrutando parte de mi tiempo con todo lo que envuelves.


Hace unos días me encontré estas palabras. Las leí y supe que no eran mías. Al seguir leyendo, reconocí al momento para quién iban dirigidas. Y, claro está, de quién provenían.
Como son tuyas y hoy este rincón también lo es, ahí van para ti.
Disfrútalas, duendecillo.

Prestados los momentos, puestos a prestar y a prestamistas rogar, es mi sino tener que pedir, que siempre es mejor que robar. Préstame un halo de luz que parece que el mío perdí.
En el camino debí dejar de brillar y no hay Duende sin su luz, ni Ninfa sin su Duende.
Préstame un poquito de esa luz que tú coleccionas, la que ves en las personas cuando todos duermen y a ser posible y como pido prestadas muchas cosas, devuélveme esas flores raras, las que crecieron en la aceras pues las mías ya están secas.
Que no hay flor sin sol ni noche sin lunas, que el amor es más lucido cuando serenos están los sentidos y adormecidos los ruegos.
Préstame un rincón de tu rincón y déjame por ultima vez expresar lo que no consigo hablar.
Que mi camino ya encontré, que mi luz ya visité, que si duermo en el amanecer de tus días es porque amaneces en mis noches.
Si borrar fuera cosa fácil para apaciguar el dolor del alma, el que llora, yo tengo el remedio, que vendo gomas de Nata por doquier, Milan 430, rasoplast es la que mejor va...
Y si no funciona, húndete en mi ser, que hay sitio para ambos y un poquito más.
No me digas más que lo que veo no es normal, que en algún lugar te quedaste y ya no puedes caminar, no me digas más que a quien veo no merece la pena pues es mi apuesta la que está en juego, es mi razón la que nublas, es mi caminar el que juzgas, es mi sentir el que pones en duda.
Préstame la luz de tu mirar, solo un momento, y veré a través de ti, que no me canso de hundirme en tu pecho, que no me canso de sonreír en tus labios, que no me canso de soñarte, que no me canso de quererte.
Que no hay noche sin sus lunas ni niña sin su Duende.
Préstame tu sonrisa pícara, tu mirada de ladrón, tus caricias más sinceras, enciéndeme con la mañana y apágame en tu pecho, siempre en tu pecho.
Siempre es mucho tiempo, pero nunca es la eternidad y aunque eterno no hay nada, dime tú si no te arriesgarías a perder. Porque quien no apuesta no gana y quien no arriesga..., acaba arrepintiéndose.
Que no hay noches sin luna, ni amanecer sin mi Duende.

Palabras

Luciérnagas