
Que más de uno tiene disfraces en el desván desgastados por el uso.
¡Qué pena de lo acostumbrado! Y qué felicidad ante la puerta abierta.
Y que no cale tanto el hielo ni la escarcha en el alma.
Y los cambios que te hacen sonreír cuando recuerdas.
Que te va a visitar alguien nuevo dentro de unos meses.
Que hay más duendes de lo que esperaba.
Que las noches no van acompañadas de misa de difuntos. Ni aquí, ni allí, entre tanto ruido y líquido odiado por la bruja.
De colores está plasmado el sentido.
De notas pintadas las suelas de los zapatos.
Del vivir y del soñar mirando el papel en blanco.
1 comentario/s:
Yo quemé mis disfraces hace años y tus líquidos odiados a veces son una bendición, solo a veces.
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