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21 marzo 2008

Nacida entre manto de brillo azul, envuelta de seda blanca tejida por el infinito.
Las mejillas marcadas por la sonrisa, desconocedora de lo que aún está vivo.
Los muros no son de piedra, si pasea bailando como el vaivén del frío.
Las pisadas en trazos dejan destellos, recogidos por los prisioneros de los ritos.
Los que tienen prisa por dejar rehecho lo siempre hecho, sin recordar que hubo un tiempo en el que ellos también fueron críos.
No busca puertas por el poco anhelo, los restos del resto son los que anhelan su escondrijo.
Mecida por luciérnagas y rodeada de libros sin escribir, yace entre la hierba arropada por los cielos color vino.
Qué son las señales de los sepultados, cuando se está rozada por lo divino.
Puesto que todo tiene su final, al igual que todo tiene su principio.


La noche que la luna salió tarde - 091

1 comentario/s:

Sr. Troncoso dijo...

No sabia yo que te gustaba 091,eso es de mis tiempos jovenes.

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Nacida entre manto de brillo azul, envuelta de seda blanca tejida por el infinito.
Las mejillas marcadas por la sonrisa, desconocedora de lo que aún está vivo.
Los muros no son de piedra, si pasea bailando como el vaivén del frío.
Las pisadas en trazos dejan destellos, recogidos por los prisioneros de los ritos.
Los que tienen prisa por dejar rehecho lo siempre hecho, sin recordar que hubo un tiempo en el que ellos también fueron críos.
No busca puertas por el poco anhelo, los restos del resto son los que anhelan su escondrijo.
Mecida por luciérnagas y rodeada de libros sin escribir, yace entre la hierba arropada por los cielos color vino.
Qué son las señales de los sepultados, cuando se está rozada por lo divino.
Puesto que todo tiene su final, al igual que todo tiene su principio.


La noche que la luna salió tarde - 091

Palabras

Luciérnagas