Horas

02 octubre 2008

Hasta los muertos se equivocan. Siguen enclaustrados en un mundo irreal donde no tiene sentido estar. Donde cuando son las dos y trece minutos, curiosamente en su reloj biológico, son las tres de la mañana. ¿Hora extraterrenal?
No fue lo último que leí anoche, si no lo que no me dejaba seguir leyendo.
Cuántos paraguas hacen falta para que no te empañe la vista una única gota de agua.
Las vueltas al jazmín que dicen mucho a las diez y cuarenta minutos de la noche, acabando con el olor de cama recién deshecha a las cuatro y seis minutos, al lado del solsticio y del cuento inventado.
Danzando y moviéndose al son de lo que es parecido. Con palabras de menos y hechos de más. Conjeturas del echo de menos a las doce y cuarto, después de apagar la luz y de seguir encendidos.
¿Acaso nadie necesita ser escuchado mientras le estremecen acariciando la nuca?


Óleo de mujer con sombrero - Silvio Rodriguez

5 comentario/s:

Sr. Troncoso dijo...

http://es.youtube.com/watch?v=SInxQLX6yOg

A ver si t sirve.

Un beso

Yu dijo...

A caso no tiene derecho a huír el que es acariciado en la nuca, por no saber afrontar lo que eso conlleva???'

Yu dijo...

SOCORRO!

Anónimo dijo...

una caricia marca la hora, en la que se para el tiempo.......
aunque no siempre sea asi

Anónimo dijo...

perdon por no firmar, soy kinurrin

Horas

Hasta los muertos se equivocan. Siguen enclaustrados en un mundo irreal donde no tiene sentido estar. Donde cuando son las dos y trece minutos, curiosamente en su reloj biológico, son las tres de la mañana. ¿Hora extraterrenal?
No fue lo último que leí anoche, si no lo que no me dejaba seguir leyendo.
Cuántos paraguas hacen falta para que no te empañe la vista una única gota de agua.
Las vueltas al jazmín que dicen mucho a las diez y cuarenta minutos de la noche, acabando con el olor de cama recién deshecha a las cuatro y seis minutos, al lado del solsticio y del cuento inventado.
Danzando y moviéndose al son de lo que es parecido. Con palabras de menos y hechos de más. Conjeturas del echo de menos a las doce y cuarto, después de apagar la luz y de seguir encendidos.
¿Acaso nadie necesita ser escuchado mientras le estremecen acariciando la nuca?


Óleo de mujer con sombrero - Silvio Rodriguez

Palabras

Luciérnagas