Las calles se rindieron por la risa y las palabras dejaron de tener sentido.
Habló la mejilla empapada de recuerdos, ahora con un nuevo sentido.
Incluso los corazones dorados se tiñeron de rojo ante tanta insistencia.
No hubo rincón que no sonriera al ver tanta luz pasar.
Decidme lo que queráis.
Pero no dejaré de sonreír.
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