Destiempo

18 marzo 2011

Resultó ser que estábamos más juntos lejos el uno del otro que los dos rozándonos la espalda.
No es una pena. Ni un final feliz. Es lo que es: un punto y aparte.
Para qué seguir llorando ausencia si nunca estuvimos separados. Es más, a lo mejor podría haber sido la solución. Distancia.

Un tener algo que decir al hablar por teléfono sin tener que oler cómo se quema la cena casi siempre. Nos cansamos de los dos cepillos de dientes dándose la mano. Olvidamos qué canción sonaba el primer día que nos besamos. Discutíamos hasta por el color de la cortina del cuarto de baño.

No teníamos un plan para dos. Matamos el plural. Sin más. Decidimos hablar por fin sin suspiros ni medias verdades. Intentar dejar un buen sabor de boca. Como hace mucho tiempo. Como nunca.
Y, un minuto después, como si fuéramos los dos únicos protagonistas de la última película cursi por estrenar, nos volvimos a besar.

5 comentario/s:

SBP dijo...

Qué escalofriante sentimiento...

Anónimo dijo...

Sí. Y a la orden del día. :)

¡Un besazo!

Bruja

Paula Iriso dijo...

Me encanto! felicitaciones.
Me gusta que haya personas con los pies sobre la tierra en este mundo que a veces puede ser tan horrible y siniestro.
quisiera escuchar -mas bien leer- jaja algun comentario sobre mis escritos.
Podrias darte una vuelta por mi blog si es que tenes tiempo.
http://codigos-humanos.blogspot.com

yo te sigo, vos me seguis?

Estibador de Letras dijo...

Muy bueno. Mucha calidad y claridad para tantos sentimientos tan humanos en los que, es evidente, muchos nos reflejamos
germangottig.blogspot.com

Estibador de Letras dijo...

Mucha calidad y claridad para el relato. Un vuelo poético para situacionas humanas, más que humanas, que a no pocos nos ha reflejado.
germangottig.blogspot.com
brebajes literarios de un perro imaginario

Destiempo

Resultó ser que estábamos más juntos lejos el uno del otro que los dos rozándonos la espalda.
No es una pena. Ni un final feliz. Es lo que es: un punto y aparte.
Para qué seguir llorando ausencia si nunca estuvimos separados. Es más, a lo mejor podría haber sido la solución. Distancia.

Un tener algo que decir al hablar por teléfono sin tener que oler cómo se quema la cena casi siempre. Nos cansamos de los dos cepillos de dientes dándose la mano. Olvidamos qué canción sonaba el primer día que nos besamos. Discutíamos hasta por el color de la cortina del cuarto de baño.

No teníamos un plan para dos. Matamos el plural. Sin más. Decidimos hablar por fin sin suspiros ni medias verdades. Intentar dejar un buen sabor de boca. Como hace mucho tiempo. Como nunca.
Y, un minuto después, como si fuéramos los dos únicos protagonistas de la última película cursi por estrenar, nos volvimos a besar.

Luciérnagas